Mis queridos cuatro lectores, quizás les sea conocida esta escena que voy a describir:
El capitán de meseros lo recibe en el restaurante y le da la bienvenida. A continuación, lo lleva a la mesa que les asignaron a ustedes y sus acompañantes. Una vez que están cómodamente sentados, les pregunta que si desean ordenar algo de beber. Usted, quizás de buen humor por tratarse de una ocasión especial, solicita la carta de vinos porque desea pedir una botella para celebrar.
El mesero regresa con la carta de vinos y se la entrega a usted.
En cuanto usted la voltea a ver, la carta de vinos cobra vida, saca un arma, y apuntándole grita: ¡Esto es un vino a mano armada!
¿Demasiado melodramática la introducción de este artículo? No tanto, comparada con la desagradable sorpresa que nos llevamos al ver los altísimos precios. ¡Es un robo en despoblado!
¿No me creen? Pues, sin decir de cuáles restaurantes obtuve las fotos, les muestro unas comparaciones del precio menudeo de unas botellas y los precios "vino a mano armada".
Vino Chianti Ruffino (Italia), uno de mis vinos favoritos. $650 pesos mexicanos la botella en el restaurante.
Mismo vino en Soriana: $299 pesos la botella.
¿Y a cuánto venden la copa de vino Ruffino en ese mismo restaurante?
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¿¡Queeeeeeeé!? |
A $140 pesos mexicanos la copa, significa que con sólo dos copas ($280 pesos) ya casi recuperaron el costo de la botella de $299 pesos. Y no olvidemos que los restauranteros pueden obtener precio de mayoreo, eh.
Yo pedí una copa de este vino en ese restaurante, y la verdad, por la cantidad que me sirvieron, le pueden sacar fácilmente 6 copas a esa botella. Es decir, de los $299 pesos invertidos, obtienen por copeo $840 pesos. ¡Qué abusivos!
Aquí les dejo otras cartas de vino a mano armada de un par de restaurantes más que he visitado.
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¡Están locos! |
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¡No abusen, caramba! |
Y eso que estas son cartas de lugares normales, imagínense esos lugares pipirisnais, cómo encajan el diente con sus vinos.
Y luego se preguntan que por qué no se consume tanto vino en México como en otros países. Pues con esos precios, ¿cómo?
Por eso, como lo escribí en un artículo para Vinísfera en mayo de 2010, a quienes nos gusta el vino preferimos comprarlo en tiendas y beberlo en casa, y así evitamos estas salvajadas de asaltos en despoblado.
Nota al pie de página: si quieren leer ese artículo que escribí para Vinísfera, lo encuentran en esta liga (dar clic). Estuvo muy bueno el artículo y los comentarios, tanto a favor como en contra (siempre habrá haters).
Ah, y qué podemos decir del dichoso descorche, esa cantidad de dinero que tienes que pagar al restaurante como derecho para poder abrir una botella que tú mismo llevaste.
Oigan, es otro robo. Hay restaurantes aquí en Monterrey donde te cobran $500 pesos de descorche. ¡$500 pesos! Como decía Héctor Suárez: ¿Qué nos pasa?
Mejor dicho, ¿qué les pasa a estos restauranteros?
Este tema da para mucho más, pero aquí lo dejamos por el momento.
¿Les ha pasado a alguno de ustedes, estimados lectores, ser víctima de este robo? Pueden dejar un comentario y compartir su experiencia si gustan.
Hasta la próxima.
Been there...
ResponderEliminarE.B.
I know the feeling, bro. :'-(
EliminarRecuerdo ese artículo.
ResponderEliminarEl “deber ser” es preguntar si tiene alguna preferencia, qué estilo le gusta, ver qué va a comer y sugerirle algo que le vaya y por último tratar de entender que rango de precio el cliente está dispuesto a pagar. Mi estrategia en lo particular era que el mesero te hacía la sugerencia de algún vino en la parte intermedia del menú (estaban ordenados en cada segmento de menor a mayor precio). Si el cliente quería algo más $$$, el mismo te dice. Claro que en ocasiones la intuición del mesero o capi ayuda. A una parejita de novios le ofreces algo mas economico, por ejm
Eras la excepción, mi estimado.
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