Mis siempre apreciados y fieles cuatro lectores, en esta ocasión les comparto este artículo mío que publicó la revista Vinísfera en su ejemplar impreso de noviembre-diciembre de 2009. Espero les guste.
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Imagen cortesía de Vinísfera. |
Hay quienes las prefieren rubias, otros se inclinan más por
las morenas, y algunos se dejan seducir sólo por las trigueñas. Aunque también existen
los que no desdeñan ninguna y a todas les dan oportunidad. Lo cierto es que,
sin importar su preferencia, la mayor parte de la población mexicana se siente
atraída por ellas: las cervezas. Prueba clara de esto son los aproximadamente 58 litros per cápita anuales
que consume el mexicano, lo que la coloca como la bebida número uno en consumo
de nuestro país. Eso es muchísima cerveza, sin lugar a dudas. Pero, ¿realmente
sabemos apreciarla más allá de la sensación refrescante y placentera que nos
produce, o sólo la tomamos por tomar?
A pesar de vivir
en Monterrey, cuna de una de las empresas cerveceras mexicanas más grandes y
con tremendo arraigo local y regional, no percibo que exista realmente una
cultura cervecera en todo el sentido. Para lograr eso necesitamos romper la
inercia que llevamos actualmente y así descubrir lo que hay detrás de esta
maravillosa bebida. ¿Te interesa dar ese paso? Pues bienvenido a bordo, abrocha
tu cinturón y déjame ser tu conductor designado por este viaje que haremos,
principiando con conocer qué es la cerveza, cuáles diferentes tipos existen
hasta llegar a nuestro destino final: aprender a apreciarla.
Primero lo primero
Al igual que sucede con el vino, hay tanta información
acerca de la cerveza que se podrían llenar bibliotecas enteras y sería
imposible publicarlo todo aquí. Pero, para realmente apreciar algo, es
primordial que conozcamos al menos lo más esencial.
¿Qué es la
cerveza? Es una bebida alcohólica de sabor amargo, obtenida por fermentación y
en la que intervienen principalmente cebada, agua y lúpulo.
Actualmente se hace cerveza en muchas partes del mundo,
pero se cree que fue inventada en la zona de Mesopotamia entre el año 10000 y
el 6000 antes de Nuestra Era. Como muchos descubrimientos, su invención pudo
haberse dado por accidente, pues la cerveza y el pan comparten ingredientes
comunes, pero en diferentes proporciones. Si a la mezcla de harina y agua le
agregas más harina y la dejas fermentar, obtienes pan; pero si a la mezcla
añades más agua que harina y la dejas fermentar, lo que obtienes es cerveza. De
manera simplificada, podríamos decir que la cerveza es pan líquido —pero con un
poco de alcohol.
¿Qué ingredientes lleva una cerveza? En su estado más
básico la cerveza se elabora con agua, malta de cebada y lúpulo.
De hecho es lo único que permite usar la famosa Ley de Pureza de la Cerveza
Alemana (Reinheitsgebot) proclamada
en 1516 por el duque Guillermo IV de Baviera. Faltó sólo agregar la levadura,
que no pudo ser incluida en esa ley por obvias razones —las levaduras
responsables de la fermentación fueron descubiertas por Louis Pasteur hasta el
año 1857—.
Esa Ley de Pureza
alemana no todo el mundo la sigue, pues hay quien usa otros cereales (maíz,
arroz, trigo, etcétera), o le agregan frutas (cereza, frambuesa, plátano,
albaricoque, etcétera), plantas y especias (romero, cáñamo, castaña, jengibre,
semillas de cilantro, pimienta, nuez moscada, etcétera) y otros aditivos
(ralladura de naranja, miel y hasta vino). Como te puedes estar imaginando en
este momento, todos estos elementos dan un carácter aromático y gustativo muy
interesante a la cerveza. ¿Estamos empezando a ver a la cerveza con otros ojos?
Entonces vamos bien. Continuemos nuestro camino.
¿Qué aporta cada ingrediente base a la cerveza? Empecemos
por la cebada. Consideremos que, para que suceda la fermentación, es
necesario que existan azúcares que serán comidos por las levaduras para
producir alcohol y gas carbónico. Dado que la cebada en grano crudo no libera
sus azúcares con facilidad, es necesario maltearlo; es decir, forzar a que
empiecen a germinar las semillas y cuando alcancen el desarrollo deseado,
entonces se hornean con el fin de tostarlas. Entonces, ¿qué es la malta?
Son los granos de cereal (en este caso, la cebada) que se dejan germinar (como
ese frijolito en algodón que te tocó llevar en un frasquito en la primaria) y luego
son secados o tostados. Eso es la malta. ¿Qué te parece?
La temperatura
usada en el horno determina que tanto se tuesta la malta, por lo que a baja
temperatura se obtiene malta clara, y aumentando el tostado se llega a obtener
malta más oscura, pudiendo ser hasta de color negro. Seguramente ya lo
dedujiste: por una parte, el grado de tostado de la malta determina el color
de la cerveza. Y, por otro lado, la malta determina los aromas y sabores a
cereales, dulzones y torrefactos que encontraremos en ella.
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Imagen cortesía de Vinísfera. |
Pasemos ahora al lúpulo.
En realidad, lo que se usa de esta planta es la flor sin fecundar, la cual
además de tener un efecto antibiótico en la cerveza, es la responsable
de equilibrar el dulzor de la malta agregando su sabor amargo y sus
propios aromas.
Ahora hablemos del
agua, la cual puede formar entre el 85% y el 92% de una cerveza. Tan
importante es el vital líquido en la elaboración, que en las cervecerías los
encargados de calidad, además de verificar que cumpla con las propiedades químicas
y bacteriológicas requeridas, catan el agua para determinar si sus características
organolépticas son adecuadas para la receta particular que usarán. Sí, leíste
bien. ¡Catan el agua! Los minerales necesarios en el agua para cerveza son el
calcio, los cloruros y los sulfatos, los cuales ayudan a disminuir el color y
lo turbio de la cerveza, refuerzan el amargor del lúpulo y el dulzor de la
malta, y dan una textura más plena.
Finalmente, nos
referiremos a las levaduras, esos fabulosos hongos sin los cuales la
cerveza no sería lo que es. Las levaduras, como ya se mencionó antes, producen
el alcohol y el gas carbónico que se refleja en las burbujas que tiene una
cerveza. Si te pareció sorprendente saber que dentro del control de calidad de
las cervecerías se cata el agua que usan, te sorprenderá aún más conocer que
también catan el CO2 (dióxido de carbono) que pueden adicionar a la
cerveza: lo que hacen es inyectarlo en el agua y los expertos catadores hacen
su trabajo y determinan si cumple con sus requerimientos. ¿Qué te parece?
Y no sólo eso,
sino que también existen algunos aromas y sabores que son causados por las
levaduras, como lo veremos más adelante. Por si fuera poco, una de las
formas de clasificación más importantes de las cervezas (de la cual seguramente
habrás oído) es debido a las levaduras: las cervezas tipo Lager y las
cervezas tipo Ale. Para las cervezas tipo Lager se usa una
especie de levadura llamada Saccharomyces uvarum (o Saccharomyces
carlsbergensis), la cual actúa a temperaturas de entre 7°C y 13°C, por lo que se les llama cervezas
de baja fermentación. Para las cervezas tipo Ale la levadura
usada es la Saccharomyces cerevisiae, la cual hace su función entre
temperaturas de 12°C
a 24°C,
por lo que son llamadas cervezas de alta fermentación.
Un dato digno de
interés es que, actualmente en el mundo, el 90% de las cervezas que se elaboran
son tipo Lager. Es por esto que las cervezas tipo Ale son
consideradas como especialidades, con una mayor graduación alcohólica y un
mayor grado de complejidad en aromas y sabores; son elaboradas principalmente
por microcervecerías. Las grandes compañías cerveceras que tienen en su línea
de productos este tipo de cerveza se encuentran principalmente en Europa.
Brevemente te
comento que hay una variante muy escasa llamada cervezas de fermentación
espontánea, para las cuales se dejan actuar otras levaduras diferentes y
bacterias que están suspendidas en el aire y que el fabricante permite que
entren (o a veces atrae) al tanque de fermentación. Este método sumamente
artesanal produce cervezas bastante ácidas, dentro de las que se encuentran las
cervezas belgas tipo Lambic.
Cómo se cata la cerveza
Ahora que ya tenemos el conocimiento básico requerido,
continuemos el viaje con los pasos que debemos seguir para catar una cerveza.
Lo primero que debemos saber es que, al igual que con el vino, la cerveza no se
cata bebiéndola directamente de la botella o de la lata, sino que se debe
utilizar un vaso o copa adecuada. Como anécdota personal, te cuento que un
amigo mío se sorprendió cuando tomé una botella de una cerveza que a él siempre
le ha gustado y la serví en un vaso. “¿A poco esta cerveza es clara? Siempre
pensé que era oscura”— fue lo que me dijo. Claro, hasta ese momento él siempre
la había bebido directamente de la botella, la cual es de cristal oscuro y no
permite conocer su color.
Cada compañía
cervecera sugiere cuál es el vaso más adecuado para cada tipo de cerveza que
fabrica; si lo tienes te recomiendo usarlo. En caso contrario, bastará con
utilizar un vaso limpio de cristal o vidrio, de forma cilíndrica, y de ser
posible, ligeramente cónica, y que sea completamente transparente. Otra cosa
importante: el vaso deberá estar a temperatura ambiente, no haber sido enfriado
en el congelador, pues al derretirse el hielo de las paredes interiores
afectará definitivamente al sabor de la cerveza.
Continuando con la
analogía del vino, el siguiente punto a considerar es la correcta temperatura
de la cerveza a catar. Aunque en México estemos acostumbrados a beber la
cerveza muy fría —“bien muerta”, decimos—, la verdad es que el frío inhibe los
aromas y sabores. Para hacer la cata se recomienda que la cerveza se sirva
entre 7°C
y 10°C. Una vez que tenemos esto controlado,
asegúrate de tener a la mano una libreta y un bolígrafo para hacer tus notas de
cata.
Vamos ahora a
servir la cerveza. Uno de los puntos de la evaluación visual es la espuma de la cerveza (también llamada giste),
por lo que es importante servirla tratando de que se formen aproximadamente sólo
2 centímetros de espuma, pues una espuma más alta no nos permitiría beber el
líquido fácilmente. En el caso de cervezas muy carbonatadas, para evitar que se
forme mucha espuma se debe de inclinar el vaso unos 45° y, sin tocarlo con la
botella, se debe verter el líquido para que resbale por la pared del vaso lentamente.
Si la cerveza es poco carbonatada y no hace espuma con facilidad, se coloca en
vaso en forma vertical y se vierte el líquido directamente al centro, con una
caída de 15
centímetros de altura. En ninguno de los casos se deberá
llenar completamente el vaso, sólo hasta la mitad. Una vez hecho esto,
evaluamos visualmente la espuma: ¿es pequeña, mediana, grande o enorme?, ¿luce
cremosa, espumosa, efervescente o estática, como un pico de montaña?, ¿es de
color blanco, hueso, café claro u oscura?, ¿desaparece rápido o es duradera?
Se conoce como encaje a la figura que forma
el grosor de la espuma a través de la pared del vaso. ¿Cómo es el encaje? ¿Excelentemente formado
(parejito), bueno, regular o disparejo? Haz tus anotaciones.
Después de esta
rápida primera evaluación visual, pasemos ahora a evaluar los aromas, pues existen algunos
componentes volátiles que sólo están presentes cuando la cerveza está recién
servida. Tal y como lo hacemos con el vino, mete tu nariz en el vaso —ojo, no
en la cerveza— y aspira poniendo mucha atención en los aromas que captas en ese
momento. También puedes hacer girar la cerveza en el vaso (agitándolo) a fin de
que se liberen más aromas que no son perceptibles en las primeras aspiraciones.
Los aromas
relacionados con la malta que podemos encontrar son: pan, galleta, melaza,
caramelo, cereal, heno, paja, chocolate, café, toffee, tostado, quemado, nueces, almendras, maizena. ¿Qué nivel de
potencia de esos aromas encontraste: ligero, mediano, fuerte, excesivo?
El lúpulo puede producir
algunos aromas como: flores, perfume, hierbas, apio, pino, abeto, resina,
cítricos, toronja, naranja, limón, lima. Nuevamente, intenta determinar si
estos aromas son ligeros, medianos, fuertes o excesivos.
Dentro de los
aromas y sabores causados por la levadura (y las bacterias, en caso de las
cervezas tipo Lambic) se encuentran:
masa, sudor, corral, cuero, jabón, queso, carne (producto cárnico), caldo,
tierra, humedad, moho, hojas (planta). ¿Detectaste algunos de estos aromas?
¿Qué tan intensos fueron? Anótalos en tu libreta.
Otros aromas que
podemos encontrar, dependiendo del tipo de cerveza que estamos catando son:
plátano, chicle, clavo (especia), uva, pasa, ciruela, ciruela pasa, dátil,
manzana, pera, durazno, piña, cereza, frambuesa, grosella, vino, oporto,
madera, mantequilla, jarabe de caramelo, ahumado, alquitrán, carbón, salsa de
soya, regaliz, miel, azúcar morena, jarabe de maple, vainilla, pimienta, nuez moscada, canela, cilantro, jengibre,
tabaco, polvo, gis, vegetal.
En el argot de la
cata, para diferenciar las impresiones positivas de las negativas que
percibimos mediante el olfato, llamamos aromas a las que son agradables y
olores a las que no lo son. Existen pues unos olores y sabores que indican
fallas en la calidad, y que al presentarse durante las catas de calidad en las
cervecerías, se evita que el producto salga al mercado. Sin embargo, nos
podemos topar con algunas cervezas con estas fallas, algunas causadas por el
incorrecto almacenaje de que fue objeto o a que el equipo no estaba
perfectamente limpio antes de ser usado para la producción. ¿Cuáles son estos
olores y sabores a los que me refiero? Son los siguientes: humo de fósforo
(azufre), lácteos en descomposición (parecido al vómito de bebé o a leche agria),
huevo podrido, acetona, solventes, medicina (como a laboratorio de hospital),
clavo (como a consultorio de dentista; sólo cuando no se agregó como aditivo a
la cerveza), grasa (como chicharrón de puerco rancio), verduras cocidas
(principalmente repollo y elote), plátano (sólo cuando no se agregó realmente
la fruta como aditivo a la cerveza), pasto, manzana no madura, mantequilla,
vinagre, zorrillo, fierro (sabor metálico), salado.
Cabe aclarar que,
a veces, esos olores son en realidad aromas esperados por el tipo de cerveza
que estamos catando. Por ejemplo, algunas cervezas light tienen un característico aroma a elote cocido, o en cervezas
de trigo (llamadas weizen) la nota a
clavo es normal. Eso sí, cuando es exagerada la intensidad, podemos decir sin
temor a equivocarnos que es un defecto.
Por último,
describe cómo percibes la presencia del alcohol en la nariz: ¿se siente poco,
moderado o excesivo?
Después de haber
hecho nuestras anotaciones respecto a los aromas (y olores), volvamos al examen
visual. Pongamos nuestra atención en la apariencia del cuerpo de la cerveza. ¿Luce claro, brillante, efervescente, quieto,
turbio, nublado o como lodoso? El estilo de algunas cervezas implica que no son
filtradas, por lo que pueden presentar partículas
suspendidas en el líquido. ¿Es el caso de la cerveza que estás catando? ¿Qué
nivel de partículas tiene? ¿Ligeramente turbio, medianamente turbio o
fuertemente turbio? Por supuesto, necesitamos identificar el color de la cerveza, el cual puede
estar entre tonos claros y oscuros: amarillo, ámbar, naranja, rojo, café, rubí,
negro, o pardo.
Ahora sí, vamos a
probar la cerveza y determinar su sabor.
Tomemos un pequeño sorbo y pasémoslo por todo el interior de la boca por unos
segundos. A diferencia del vino, la cata de cerveza requiere que ésta sea
tragada, así que tras remojar toda la boca, finalmente pasémosla por la
garganta y exhalemos por la nariz. Es en este momento cuando debemos tratar de
identificar los sabores que estamos percibiendo. ¿Se confirman como sabores
algunos o todos los aromas que detectamos antes? ¿Aparece algún sabor nuevo?
¿La duración del sabor es corta, mediana o larga? La intensidad del dulzor, la
acidez y el amargor, ¿es ligera, moderada, potente o excesiva? ¿Percibiste
algún sabor relacionado con un defecto? No olvides hacer todas tus anotaciones.
Ahora enfoquémonos
en determinar lo que se llama el paladar
de la cerveza, que es básicamente la sensación que experimentamos al pasar el
líquido por toda la boca y al tragarlo. ¿Cómo se siente el cuerpo de la cerveza?
¿Ligero, mediano o pleno? La textura, ¿cómo la describirías? ¿Delgada, oleosa,
cremosa, aterciopelada, pegajosa, gruesa, arenosa? ¿Qué puedes decir del grado
de carbonatado? ¿Se siente gaseosa y efervescente, vivaz, regular, suave o
plana? El final de la cerveza, una vez que pasó por tu garganta, ¿fue astringente,
metálico, amargo, dulzón, sedoso o rasposo? ¿Qué te pareció el alcohol? ¿Se
sintió poco, regular o demasiado?
Finalmente, y tras
evaluar todos los aspectos que ya mencionamos, decide de manera global si te
gustó o no el estilo de esta cerveza. ¿Qué fue lo que más te gustó y lo que
menos te agradó? ¿Te pareció que es una cerveza equilibrada, con todos sus elementos
balanceados? Haz tu anotación final.
Pues hemos llegado al final del viaje, y a partir de este
momento deberás seguir por tu cuenta. La apreciación de la cerveza es una
cuestión personal. Estoy seguro de que desde ahora mirarás a esta bebida de una
manera diferente. No me queda más que decirte que debes practicar y dar
oportunidad a diferentes tipos de cervezas para que determines así tus
preferencias, pues al igual que con el vino, existe una gran variedad de
opciones en el mercado. Buen viaje.
[Fin del artículo original]
¿Qué les pareció? La verdad es que el mundo de la cerveza también es muy amplio. Aquí les comparto esta imagen mencionando algunos de los estilos que existen, a ver cuántos conocen.
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Denle clic para ampliar la imagen. |
En Facebook coloqué algunas fotos de algunas de las cervezas que he probado (dar clic aquí), así como de algunos eventos cerveceros memorables (dar clic aquí).
Ah, y tengo pendiente una entrevista con un camarada que elabora cerveza aquí en la localidad. Se va a poner interesante. Nomás necesitamos que coincidan las agendas y se alineen los planetas. Pero, próximamente...
Hasta la próxima.