viernes, 21 de marzo de 2025

In memoriam | Seis décadas como aficionado consumidor de vino: entrevista a don Carlos Villarreal (Última entrega de cuatro)

Don Carlos Villarreal Martínez.
"...Y al vino, vino".

 

Seis décadas como aficionado consumidor: entrevista a don Carlos Villarreal (Última entrega de cuatro)

[ Entrevista realizada el 20 de enero de 2011 ]


La mitificación del vino ha sido causa también de que, en México, éste sea visto como un artículo de lujo, como un mero elemento de celebración, en vez de lo que realmente es: un alimento saludable, buen acompañante de otros alimentos, como podría ser la leche. Así es visto en otros países donde diariamente se compra el vino para la casa, para la familia. En nuestro país, el vino siempre ha sido hostilizado por el fisco. Ojalá que eso cambie algún día.

 

¿Y por qué tomamos vino?, es la siguiente pregunta que don Carlos contesta, imaginando cómo sería en los tiempos bíblicos en que el vino se hacía en tinajas a cielo abierto, sin control de levaduras ni nada parecido, y con higiene primitiva. “El mosto que se vinificaba amanecía de una condición, y en pocas horas seguramente ya había cambiado, y aún así la gente lo apreciaba. Lo apreciaban, no por el sabor, pues ¡imagínate como sabría un vino en esas condiciones! Y tampoco porque fuera buen acompañante de los alimentos. Eso del maridaje es cosa moderna, cuando se pudo controlar la fermentación, cuando se pudo guardar el vino, embotellar, etcétera. Yo creo que lo apreciaban, sin duda, porque embriagaba, porque era euforizante y ponía a la gente contenta”.

 

Además de por su sabor, aroma y persistencia, don Carlos considera que es bueno beber vino por una serie de valores que nunca consideramos y que mucho menos son mencionadas por los catadores. Dichos valores fueron publicados por él en el texto de su primera colaboración en la columna “…Y al vino, vino”, el 11 de julio de 2003, y que a continuación reproduzco:

 

"El vino es el rey de la mesa", afirman algunos eminentes autores al escribir sobre temas gastronómicos, y no cabe duda de que tienen sobrada razón al reconocerle a esta bebida esa real dignidad.

 En torno a ese pensamiento se puede agregar que este indiscutible monarca —quizás el que ha tenido mayor número de súbitos— es, sin duda, el soberano con reino más extenso y poseedor de múltiples virtudes, una de las cuales es, desde luego, ser el mejor acompañante de los alimentos, y entre otras cualidades suele manifestarse ante quienes le rinden fidelidad, de muy variadas e interesantes formas, y acostumbra a retribuir siempre con esplendidez a quien lo procura.

A manera de algunos ejemplos, se puede mencionar que el vino de mesa tanto está presente, cordial y llano, en la mesa sencilla, como generoso y magnífico en ambientes refinados; gratifica a quien lo busca en momentos difíciles; estimula el buen entendimiento en la discusión constructiva; favorece a la mejor apreciación de las manifestaciones artísticas; se presenta al hacerse las paces entre naciones en pugna; y acude sumiso para ser consagrado en el rito religioso. Disfrutemos, pues, de las bondades del vino de mesa.

 

Así concluye la entrevista que me concedió don Carlos Villarreal, cuyos puntos de vista me servirán para reflexionar y ver con diferentes ojos los tiempos que ahora nos tocan vivir, comparar actitudes, poner sobre la balanza las cosas aprendidas y darle el verdadero valor que le corresponden. Esta plática —que espero no sea la última— ha sido como un recodo en mi experiencia, en el cual algunos conceptos han tomado mayor fuerza para seguir su camino, mientras que otros se han perdido al no soportar la fuerza del remolino. Creo que cuestionándonos es como realmente aprendemos.


[Fin de la cuarta y última entrega]


Hasta que nos volvamos a ver, mi estimado don Carlos, para compartir muchas buenas botellas de vino, para tener conversaciones sabrosas e inteligentes. Hasta entonces.


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Ahora sí, adelante, Shakespeare.