Mis queridos cuatro lectores, me he estado preguntando si no estaremos poniendo la carreta delante del caballo.
¿De qué estás hablando, Willis?
Ah, sí. Perdón. El contexto. Estoy hablando respecto a tratar de educar el paladar del mexicano para el vino: que le interese probarlo, que le guste, que lo consuma y finalmente lo aprecie y quiera compartirlo con los demás.
Es que siento que en México es como si en vez de enseñarle aritmética básica a los niños en los primeros años de la escuela primaria, empezáramos ¡con ecuaciones diferenciales!
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En vez de esto... |
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...empezamos con esto. |
Digo esto porque, en la mayoría de los artículos y videos que encuentro en internet sobre vino, se quiere enseñar a catar el vino ¡antes que enseñar a disfrutarlo!
Por ejemplo, se utiliza un lenguaje enredado y rimbombante (apantallador) para describir el vino que se tiene en la copa, en vez de un lenguaje sencillo y llano.
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El sommelier echando su cuento... |
Es decir: ¡se está asustando a los posibles interesados en vez de hacer que se acerquen! Definitivamente, eso no ayuda en absoluto a educar el paladar del mexicano.
Miren ustedes, mis agudos y perspicaces lectores: las más recientes estadísticas (pueden leer la nota aquí) indican en el México únicamente el 5% de la población consume vino regularmente —2 botellas de vino al mes—. Como hay quienes dicen que ese porcentaje en realidad debe ser 8%, vamos a poner un número más alegre —aunque no sea cierto— para fines del ejemplo: digamos que el 10% de los mexicanos consume vino regularmente.
¿Y qué pasa con el otro 90%? ¡Es un montón de gente! Estamos hablando de personas que no lo consumen en absoluto o, a lo mucho, lo consumen en una copa para celebrar el año nuevo, y párenle de contar.
Nota al pie de página: Al decir vino me estoy refiriendo al vino de mesa, la bebida que se obtiene de la fermentación de la uva (sea espumoso o sin burbuja); no incluye ni tequila, ni mezcal, ni vodka, ni Caribe Cooler, ni nada de ese tipo.
Al releer el ejemplar No. 1 de la revista Vinísfera (marzo-abril de 2008), en la cual incluyeron entrevistas a varios jóvenes sobre el vino de mesa, ellos respondieron cosas como:
—"El vino es para personas mayores".
—"Se me hace amargo".
—"Me recuerda a papá, porque es quien abría la botella".
Fueron apenas un par de jóvenes que dijeron que sí les gustaba el vino. Ese panorama no ha cambiado mucho al día de hoy.
ENTONCES, ¿QUÉ HACER?
Como todos sabemos, e incluso lo publiqué en mi artículo ¡Hey, créanme! Hay vida después del Lambrusco (lo pueden leer en esta liga), en México nos encanta el sabor dulce, ya sea en alimento (pan dulce, por ejemplo) o en bebida (como la Coca Cola). Bueno, pues hablando con mi buen camarada sommelier y winemaker Osvaldo Tinoco (@tinocosommelier) sobre este mismo tema, me di cuenta de que él leyó muy bien esta oportunidad de mercado, y se enfocó primero en educar el paladar, introduciendo en su línea de vinos jóvenes Flöw vinos semidulces, los cuales son un verdadero éxito con las personas que quieren, como dicen, "aprender de vino". Son vinos que gustan mucho y se le acaban pronto en los eventos y festivales a los que va.
La razón: son vinos de muy buena calidad (ya los he probado) y de sabor "dulcecito". Y, además, Osvaldo deja que primero lo disfruten, que les guste, ¡y no se pone a tirar un choro mareador típico de sommelier!
Les digo: primero se necesita que aprendan a disfrutarlo. La primera pregunta debe ser: "¿Te gustó?", y no empezar con preguntas como "¿Qué te dice el examen organiléptico que realizaste?, ¿qué aromas o sabores detectas?, ¿notaste si tiene barrica o no?, ¿cómo sentiste los taninos?, bla, bla, bla.
¡Prrrrrrrrt! Suena una soberana trompetilla con dedicatoria a... quien corresponda.
Si los interesados apenas están empezando en el mundo del vino, como decía Clavillazo: "La cosa es calmada". (Puntos extras si lo leyeron con su voz)
Por lo tanto, lo que se puede empezar haciendo es recomendando vinos de sabores dulces a semidulces, pues éstos abren la puerta para que, después, se desee pasar a probar los vinos secos, los que no son dulces. Lo digo por experiencia, pues personalmente, el primer vino que captó mi atención fue el Riunite rosado.
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Bien frío es muy sabroso. |
Se trata de abrir la puerta, y no hacer que la cierren a la primera oportunidad porque quisimos que apreciaran un Grand Cru francés.
Recordemos: la aritmética va mucho antes de llegar a las ecuaciones diferenciales o la "Transtornada de Laplace" —como le decíamos de cariño en la FCFM— .
Ahora bien, ¿se ha intentado en México antes hacer esto de acercar el vino a los jóvenes, de una manera más amena, despreocupada y masiva, en vez de la típica cata acartonada de una bodega o tienda de vinos? Sí, de hecho sí se ha hecho el intento.
Somos muchos los de la generación X que el primer vino que probamos fue el famoso Padre Kino, de la bodega Casa Pedro Domecq, avecindada en Baja California, allá en los años 80s.
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Padro Kino blanco |
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Padre Kino tinto |
Cómo olvidar su envase único, muy fácil de abrir (no se ocupaba sacacorchos) y con forma de florero, lo cual hacía que muchos lo conserváramos para otro uso. Yo aún tengo uno de esos envases y lo utilizo como decantador.
Miren, estos son los comerciales de los años 1984 y 1985 que circularon por la televisión abierta sobre este vino. Tenía una cancioncita muy pegajosa, la cual algunos todavía recordamos aunque la escuchamos en la niñez.
Este humilde vino hasta llegó a tener ficha técnica en internet, antes de que descontinuaran su producción.
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Ficha técnica del Padre Kino blanco |
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Ficha técnica del Padre Kino tinto |
Este vino era sumamente básico, pero la idea no era ganar la Gran Medalla de Oropel del ultra mega famosísimo Concurso Mundial de Bruschetta. No, más bien se quería acercar de manera agradable el vino a los jóvenes. No era un vino seco que repeliera a los paladares primerizos, sino que era más bien afrutado, amable, sencillo y llano que se recomendaba beber frío.
¿Y en la actualidad? Pues se pueden encontrar en la localidad buenos ejemplos de vinos dulces a semidulces para que los neófitos empiecen disfrutando del vino, y después puedan escalar a otros vinos.
Ejemplos de esos vinos son:
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Sommelier y winemaker Osvaldo Tinoco |
Otros vinos dulces y semidulces que me han recomendado y he probado son estos que se consiguen en la tienda HEB:
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Perla Rossa Merlot bien frío |
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Vinos de La Redonda, tinto y rosado |
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Blanc de Zinfandel de L. A. Cetto |
En resumen, mis queridos cuatro lectores, hay que descomplicar el mundo del vino, como siempre ha pretendido el espíritu de Prometeo embotellado (aquí la nota).
¡Hay que divertirse probando!
¡Vamos a educar el paladar mexicano para el vino!
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Asistentes a la cata privada de Flöw con Osvaldo Tinoco |
Hasta la próxima.