martes, 31 de diciembre de 2024

Paula Malbec | Doña Paula | 2023 | Argentina | Tinto

Paula Malbec 2023

Paula Malbec 2023

  • Vino: Paula Malbec
  • Cosecha: 2023
  • Bodega: Viña Doña Paula (donapaula.com)
  • País: Argentina
  • Región: Mendoza
  • Uvas: malbec
  • % alcohol: 13.5
  • Precio: $219 pesos mexicanos (en HEB)
  • Volumen: 750 ml
  • Calificación Precio/Calidad: **** (4 de 5)

 

El segundo al bate durante la cata de esa ocasión fue este vino argentino Paula, elaborado con la uva malbec, que es la cepa emblemática de la Argentina. 

Para esa cata, este vino representaría la complejidad media, y podemos decir que cumplió bien con su papel. 

Primero, ¿qué presentó visualmente en la copa? Un profundo y limpio color granate.

Aunque al principio percibimos al vino algo cerrado en aromas —un vino tacaño, le suelo decir—, poco a poco este empezó a abrir y mostró una aromática nariz que nos sorprendió por la variedad de notas que desplegó: obviamente, la esperada frutilla negra como arándanos y zarzamora, y una nota mentolada también, pero... ¿qué es eso? ¿Cuero? ¿Incienso? Afirmativo. Esos aromas estaban presentes, y no molestaban en absoluto.

¿Cómo se mostraría en boca? Tal y como se esperaba, es un vino seco, con viva acidez, de cuerpo ligero, taninos medianos y suaves, lo cual se agradece en un vino de esta gama de precio —a veces se sienten agarrosos—.

La intensidad de sabor es moderada, y aquí sí únicamente presentó fruta y nota herbal: zarzamora y menta, para ser exactos. Aunque pocas notas, eso sí, el final fue muy laaargo; muy buena permanencia en el gusto.

Concluyendo: es un vino balanceado, muy bueno, y que merece un 4 de 5 estrellas en mi Relación Precio Calidad (RPC).

También sería un buen vino de diario, y el maridaje recomendado para este vino ya puede ser con un buen corte de carne asada, pues tiene con qué defenderse.

Personalmente, esta bodega argentina la considero dentro de las bodegas confiables. Todavía.

Hasta la próxima.

lunes, 30 de diciembre de 2024

Cepas | I.N.V. | 2023 | Argentina | Tinto

 

Cepas 2023

Cepas 2023

  • Vino: Cepas
  • Cosecha: 2023
  • Bodega: I.N.V. (Instituto Nacional de Vitivinicultura)
  • País: Argentina 
  • Región: Mendoza
  • Uvas: malbec, bonarda
  • % alcohol: 12.5
  • Precio: $179 pesos mexicanos (en HEB)
  • Volumen: 750 ml
  • Calificación Precio/Calidad: **** (4 de 5)


Queridos cuatro lectores, en esta ocasión toca iniciar con el primer vino que evaluamos en la cata mencionada en el artículo de cómo armar tus catas - parte 1. Y, la verdad, es que cumplió bien su papel de ser el vino de complejidad más baja de los tres tintos que catamos esa vez.

Aprovecho para ofrecerles una disculpa, porque esa ocasión estaba tan emocionado dirigiendo la cata que se me olvidó tomar fotografías para documentar el proceso, je je je. Mea culpa.

Pero, para eso usamos el formato de la nota de cata (da clic aquí para bajarla) y esto es lo que, de manera colectiva, detectamos:

A la vista, es un vino limpio, de profundo color rubí. 

Su nariz era moderada y, durante al cata, se la pasó "gritando" una sola cosa: ¡fruta! Y era lo que esperábamos: un perfumado arándano rojo, fue todo lo que presentó de principio a fin.

En boca es un vino seco, de cuerpo ligero, vivaz acidez y taninos medianos y astringentes. De sabor moderado, aunque marcadísimo; era como de arándanos machacados.

Su persistencia la indicó un final mediano. De nuevo, lo esperado.

En conclusión, es vino bueno, balanceado y que cumple correctamente con lo que su rango de precio promete, por lo que le doy 4 de 5 estrellas en mi Relación Precio Calidad (RPC).

Sería un buen vino de diario.

En esa ocasión, el maridaje que quedó mejor para este vino fue con la pizza Da Vinci (salchicha italiana, tocino y pepperoni) de Napoli Pizza.

Puedo recomendar este vino para una comida o cena muy sencilla, ya sea planeada o, por qué no, espontánea. ¡Hey!, ¿quién dijo "Noche de pizza & vino"?

Hasta la próxima.

Los adultos de mi niñez están partiendo | por Ernesto Clemenza

Hoy inauguramos una nueva sección llamada "Crianza en tintero", donde publicaré para mis cuatro lectores —un público inteligente y conocedor— lo que amigos míos, con espíritu de escritor, me han compartido y, a su vez, me han autorizado a compartir con ustedes.
Que lo disfruten.


Los adultos de mi niñez están partiendo

por Ernesto Clemenza

Recuerdos que vienen a mi memoria hoy… Veo a los adultos de mi niñez hablando de fútbol, de lo caro que estaban las cosas, de trabajo, nimiedades. ¿Cómo está la familia? ¿los niños? Vamos a cenar a casa de los amigos de mis padres, mi padre junto a su amigo hablando de cómo arreglar el mundo. Mi madre y su comadre preparando la cena, mientras los infantes nos ponemos a jugar a la pelota y pensamos, entre nosotros, que esos señores parece que cargan el mundo en sus hombros… qué difícil. Solo estoy soñando despierto… Volteo a ver el reloj de mi computadora, mientras pienso en lo caro que están las cosas, en eso una llamada de mi esposa retumba en la oficina. La escuche sollozante… la noticia me impacta, el amigo de mi padre ha muerto después de una larga enfermedad. Qué triste, enseguida llamo a sus hijos y planeo arreglos para acompañarlos en el cortejo.


Llegando al lugar veo a los que, hace algunos años, eran mis vecinos, amigos, familia. Solo alcanzo a abrazarlos y darles el más sentido de mis pésames. A lo lejos alcanzo a ver a mi padre, despidiéndose de su amigo doblegado ya por los años, cano, cansado… Creo que nunca antes lo había visto llorar. Qué pesadumbre hay en este lugar, muy lúgubre, tan triste… Siento que en un momento más todo estallará en un plañir tan deprimente que incluso el mismo cielo se partirá y comenzará a llover.


Qué rápido se nos ha ido la vida. Siento unas manitas tomarme de la rodilla y es el hijo de mi mejor amigo, me dice tío. En eso lo levanto para cargarlo, se acerca su padre… comenzamos a hablar de lo caro que está la vida, el trabajo, nimiedades. Le pongo la mano en el hombro y le digo muy tristemente «los adultos de mi niñez están partiendo…» Sí, los adultos… Are we still kids? Don't we?

domingo, 29 de diciembre de 2024

Diviértete aprendiendo | Un delicioso viaje por el mundo del café | Parte 3 de 3

Un delicioso viaje por el mundo de café | Tercera y última entrega

En la segunda entrega de esta serie quedó reseñada la cata de cafés basada en tres métodos de preparación diferentes. En esta última entrega, José del Bosque, dueño de Café La Nacional, nos enseñó cómo es que se cata en sí el café, además de que incluyó dos variantes en la misma cata: por región y por nivel de tostado.

Después de la muy didáctica cata de los tres tipos de preparación del café, llegaba el momento de hacer la cata principal. En lo personal me pareció que catar café es más difícil de lo que parece, con todo y la experiencia previa que se tenga catando vinos y cervezas. José, quien ya tiene mucho tiempo haciéndolo, menciona que se necesita hacerlo muchas veces para desarrollar la capacidad de identificar los aromas y sabores. Estoy totalmente de acuerdo.

Antes de pasar a la cata, y con el fin de ir afinando los sensores de la lengua y boca, José preparó unos vasos que contenían diversos líquidos que nos ayudarían a establecer los siguientes criterios:

  • Ácido: un vaso con jugo de limón, cuya acidez identificaremos a los lados de la lengua.
  • Salado: un vaso de agua con sal disuelta, la cual se detecta en la parte media de la lengua.
  • Dulce: un vaso con azúcar disuelta, cuyo dulzor se detecta en la punta de la lengua.
  • Amargo: un vaso con cocoa en agua, y el amargor se percibe en la parte de atrás de la lengua.
  • Cuerpo: un vaso con leche condensada fue el ejemplo de buen cuerpo, mientras que un vaso con agua sola ejemplificó el extremo opuesto, un cuerpo acuoso.


Armando y Elsa preparando sensores.

Después de haber normalizado los criterios y los sensores bucales, José nos explicó que ésta sería una cata 2 en 1, pues evaluaríamos, por un lado, el mismo grano (Coatepec) pero con dos niveles de tueste diferentes (medio y oscuro), y por otro lado, dos granos de diferentes regiones (Coatepec y Huatusco) con el mismo nivel de tueste (medio).

Para la cata de café se utilizó el molido grueso requerido para preparar la prensa francesa. Una vez molido el grano se puede hacer la primera evaluación de la cata que es la fragancia del café. 

Aquí conviene hacer la aclaración de que el aroma del café se evalúa cuando está en infusión, mientras que la fragancia se hace con el café molido seco.


Café molido para la fragancia.

 Parece sencillo, pero notamos que entre más tostado está el café, es más difícil —al menos para nosotros, los novatos— distinguir más allá de las notas ahumadas.


Antes de iniciar en sí la cata, José nos explicó el nada glamoroso procedimiento que habríamos de seguir (ahorita verán porqué se pierde el glamour).

Cada uno de nosotros tendría frente a sí tres vasijas; en cada una se verterían 10 gramos de café molido de los tres café que evaluaríamos: el Gourmet (de Coatepec y tueste oscuro), el Clásico (de Coatepec y tueste medio), y el Americano (de Huatusco y tueste medio).

 

Vertiendo café molido.

A cada vasija se le añadiría agua filtrada caliente, entre 93° y 95° C, y se dejarían  reposar por cuatro minutos.


Agregando agua caliente.

Mientras pasaban esos cuatro minutos y se formaba en la superficie una capa con el grano molido, nos acercamos para percibir los aromas que cada muestra de café iba despidiendo. Dependiendo del origen del grano y su grado de tueste los aromas pueden ser muy variados: a caramelo, madera, chocolate, flores, frutas, humo, nueces, tierra, hierbas, vainilla, etcétera. En esta parte de la cata hay que determinar si la intensidad de los aromas nos pareció nula, baja, media o alta.


Por supuesto que también hay defectos que podemos detectar, como son los olores a fermentación, quemado, rancio, cocido, a medicina, paja, petróleo, cenizas, humedad (como a hongo), goma, químico y jabón.

Es importante hacer notar que cada quien se basa en su propia memoria sensorial para poder nombrar los aromas que identifica. Si notas algún aroma (positivo) u olor (negativo) que no aparece mencionado en los párrafos anteriores, debes de anotarlo, pues la cata es personal.


Percibiendo el aroma.

Una vez que pasan los cuatro minutos, cada uno de nosotros, con su cuchara, rompería la capa formada en la superficie de la primera muestra, tratando —y si se tiene suerte, logrando— que junto con el líquido no se venga algún sólido también.

Tomando una muestra.

Una vez con nuestras cucharas llenas, las acercaríamos a nuestras bocas y… ¡empezaría el concierto de sorbidos! Y llegado el momento, así fue: un sonoro sip por acá, un sip más discreto por allá y otros hechos en coro por acullá. ¿Por qué? Pues porque resulta que lo primero que se evalúa del café es su acidez, y para hacerlo hay que sorber muy rápidamente la infusión caliente (bueno, se vale soplarle para enfriarla un poco), e inmediatamente que se recibe en la boca y —ojo con esto— sin tragarlo debemos identificar si la acidez nos parece nula, plana, media, presente o muy pronunciada (como en el jugo de limón).


Sorbiendo que es gerundio.

Una vez que ya detectamos el nivel de acidez, debemos escupir (en algún recipiente dispuesto para dicho fin, no en el suelo, por favor) esa muestra. ¿Ven? Por eso les decía que era poco glamorosa la cata de café.


Podemos repetir este proceso para identificar la acidez cuantas veces queramos, pero cuidando de que el café siga caliente.

Lo siguiente a determinar es el cuerpo del café. Para hacerlo hay que volver a tomar una muestra con nuestra cuchara y soberlo; puede ser de manera rápida o lenta, pues en este caso eso ya no es relevante, aunque de forma unánime —y telepáticamente— todos decidimos continuar haciendo alegres sorbidos, rápidos y cortos. ¡Sip!

Ya con la muestra en la boca, hay que hacer pasar el café de un lado a otro dentro de ella, con la lengua, y así determinar si nos parece de cuerpo acuoso, ligero, medio o pleno, y además si se siente oleoso, cremoso o grueso.

Otra manera de distinguir el cuerpo es empujándolo con la lengua hacia el paladar.

Esta muestra se vuelve a escupir, no se traga.

Por último, y ya sin que tenga que estar caliente la infusión, se evalúa el resabio, o lo que es lo mismo, los sabores del café. Primero debemos poner una muestra en nuestra boca, para luego con la lengua pasearla dentro de ella y posteriormente tragar el café. Lo primero es detectar si alguno de los otros tres sabores básicos  — salado, dulce o amargo—  está presente y en qué grado (suave, medio, fuerte).


Armando evaluando el resabio.

Luego, llevamos nuevamente una muestra a nuestra boca y, tal como se hace cuando se cata un vino, ponemos los labios de manera como si fuéramos a silbar, y jalamos lentamente un poco de aire para que éste pase sobre el café dentro de nuestra boca, y así sus aromas lleguen a nuestra vía retronasal, y una vez ahí, cerramos la boca y expulsamos el aire por la nariz (recordemos que los sabores que percibimos, fuera de los cuatro básicos, provienen de los aromas). ¿Identificamos algo conocido de esta manera? Ahora sí, traguemos el café y pensemos qué sabores nos vienen a la mente. El espectro de sabores es sumamente amplio,  por lo que aquí menciono unos cuantos posibles: chocolate, cereales, madera, caramelo, tierra, ahumado, tabaco, avainillado, cuero, tostado, vinoso, nueces, canela, malta, frutas, especias. Por supuesto, también hay defectos que se detectan con sabores como son fermentado (como a tepache), ajo, paja, ceniza, petróleo, rancio, químico, vinagre, repollo, cebolla, jabón, pasto verde (inmaduro), lodo, metálico, picante, entre otros.

Como lo decía al principio, aunque se ve fácil, la verdad no fue tan sencillo detectar aromas y sabores en nuestra primera cata de cafés. José nos contó que él tuvo que hacer muchas catas de sus cafés para llegar a redactar sus perfiles lo más detallados posible.

Algunas de nuestras observaciones sobre los cafés catados fueron:

-        “A los que le pude detectar más aromas fue al Clásico y al Americano, mientras que con el Gourmet batallé”.

-        “Me basé más en intensidad aromática, que en aromas y matices, pues batallé mucho para encontrarlas”.

-        “El Americano se siente cremoso. El de mejor cuerpo fue el Gourmet”.

-        “El Clásico se siente muy suavecito, muy sutil de cuerpo. Pero tiene unos sabores muy ricos, que lo compensan”.

-        “El más expresivo en aromas fue el Clásico”.

-        “En los cafés muy tostados es muy difícil detectar aromas a la primera, porque es tanto el aroma a humo que se batalla para detectar lo que hay más allá”.

-        “En el Americano encontré algo como a hierba y nueces de la India. En el Clásico encontré aromas a piloncillo, orejón de durazno, caña de azúcar”.

-        “Me gustó el Clásico porque sabe a lo que huele. Le encontré algo de sabor a caramelo. Al Americano le encontré notas cítricas”.

-        “Me agradó más que el retrogusto del Americano durara más que el del Clásico”.

-        “El café que más me gustó, no me atrapó con los aromas, pero sí con la presencia o el cuerpo del café. En boca fue donde me ganó”.

José nos dijo que, para ser nuestra primera cata, le habíamos entendido muy bien al procedimiento, y que lo que habíamos comentado le parecía muy acertado. Entonces nos compartió su percepción de los cafés catados:

  • “El Americano (café de Huatusco) tiene más sabor a hierbas, tonos de malta y cebada; es más del lado salado que del lado dulce. Aunque es del mismo nivel de tueste que el Clásico, el Americano tiene mejor cuerpo”.
  • “El Clásico (café de Coatepec) es más dulzón, con tonos acaramelados y avainillados.  Por la naturaleza de su grano, el Clásico es el que tiene mejor acidez de estos tres”.
  • “El Gourmet (café de Coatepec), por su tueste, pierde esa dulzura del caramelo que tiene el Clásico, y se va más del lado del chocolate amargo. Pero es el de mayor presencia, de mayor cuerpo por su tueste oscuro”.

Terminada la cata, seguimos intercambiando impresiones, y hubo quien comentó que prefería el café con menos cuerpo, mientras que hubo quien el de cuerpo pleno era su favorito. A algunos les gusto el after taste del café Gourmet, mientras que a otros no les agradó tanto.

Como en todo, en gustos se rompen géneros, y el café no es la excepción. Afortunadamente para cada paladar existe una variante que ofrece Café La Nacional.

En la plática final le pregunté a José si el café recién tostado, una vez que se enfría lo suficiente, puede ser embolsado, a lo que él me contestó que no, sino que debe dejarse pasar por lo menos un día para que los aceites de los granos tostados se asienten. Además, los granos recién tostados siguen emitiendo gases; por lo tanto, si se llegaran a embolsar al vacío sin dejar pasar el día recomendado de reposo, las bolsas explotarían.

Finalmente, y antes de irnos, nos tomamos la foto del recuerdo con los artífices de esta memorable cata: José y La güera. Quiero agradecerle enormemente a José por su hospitalidad y por el tiempo que nos dedicó para que adquiriéramos de primera mano todo el conocimiento que esta experiencia nos dejó. 

José, ¡eres un tipazo!

De izquierda a derecha: José, Armando, Elsa y Rafa.
Enfrente: La güera.

Punto y aparte, les comento que ya he comprado los tres tipos de cafés que catamos ese día: el Americano, el Clásico y el Gourmet, tanto para consumo personal como para regalo, y créanme que todos los que los han probado han quedado encantados. La frescura del café recién tostado no tiene comparación.


Americano, Gourmet y Clásico.
 

Ya estoy pensando armar en casa una cata comparativa entre los cafés de Café La Nacional contra los granos “mosqueados” que se consiguen en los supermercados, los granos de alguna cadena de cafeterías nacionales e internacionales, y los granos de algún café gringo que mucho consumo en la ciudad.

Creo que resultará interesante.


Final de la tercera y última entrega.


Queridos cuatro lectores, ¿qué les pareció este viaje por el mundo del café? ¿Aprendieron algo nuevo? ¿Les pareció interesante?

Sinceramente, espero que así haya sido.

Y si desean conseguir un café de excelente calidad, los invito a visitar la página de Café La Nacional (cafelanacional.com) y sus instalaciones —ahí en la página viene la dirección—.


Hasta la próxima.

sábado, 28 de diciembre de 2024

Diviértete aprendiendo | Un delicioso viaje por el mundo del café | Parte 2 de 3

Un delicioso viaje por el mundo de café | Segunda entrega

 

En la primera entrega, José del Bosque, dueño de Café La Nacional, nos brindó una muy detallada explicación del proceso que lleva desde la selección del grano verde hasta el tostado del mismo, para obtener las variedades de cafés que él ofrece. Ahora participaremos en uno de los tipos de cata de café que existen y que confrontará algo que es inherente al mismo: los métodos de preparación.

 

En el caso del vino —un mundo en el que ya llevo un rato inmerso— la tecnología va principalmente enfocada a los métodos de producción, culminando con el producto en una botella, el cual, en la mayoría de los casos, ya está listo para beberse. Pero en el mundo del café, la diferencia es que la tecnología se ha dirigido más hacia los métodos de preparación, pues aún existe un paso antes de poder beberlo. Siguiendo con la comparación, podría decirse que es más fácil en el vino asegurar la calidad desde que sale al mercado, aunque siempre existe la posibilidad de que éste resulte estropeado en la transportación y el almacenaje. Pero, en el caso del café, puedes tener el mejor del mundo y echarlo a perder al momento de prepararlo. Por experiencia propia puedo decirles que esto es muy común que suceda en las oficinas, donde el café es preparado desde muy temprano en percoladoras por el personal de limpieza, el cual no está capacitado para eso. El resultado: el horrible café de calcetín.

 

Tres métodos de preparación tradicionales

La primera cata del día que José nos tenía programada consistiría en probar el mismo café, en la misma proporción (56 gr de café por cada litro de agua), pero preparado por tres métodos distintos: cafetera de filtro de papel, percoladora y prensa francesa. Nosotros no sabríamos cómo estaba preparado el café que se encontraba en cada termo previamente llenado por José, pues lo que él quería saber era cuál nos gustaría más.


Con ustedes, José y los termos.

Cafetera de filtro de papel.


Percoladora.


Prensa francesa.

Si queríamos hacer más divertida la cata, entonces podríamos intentar adivinar con qué método estaba elaborado el café de cada termo. Para esto, José nos dio las siguientes pistas:

 

  • De la cafetera de filtro de papel se obtiene un café más ácido que por los otros dos métodos.
  • De la percoladora se obtiene un café más amargo que el de la cafetera.
  • De la prensa francesa se obtiene el café de sabor más intenso, con  mayor profundidad para detectar aromas y sabores.

 

Ahora sí, llegó el turno de que cada quien se sirviera en su vasito una muestra de cada termo para detectar las diferencias y empezó el juego:

—Este es el de cafetera de filtro.

—No, ese es el de la percoladora.

—Claro que no. Es el de la prensa francesa.

 

Fue un ejercicio muy revelador, pues les aseguro que los tres cafés sabían muy diferente, a pesar de que eran exactamente el mismo grano (Pluma Hidalgo, de Oaxaca), aunque molido a diferentes grosores, dependiendo del método de preparación: el molido más grueso es para la prensa francesa, el siguiente y menos grueso es para la percoladora, y el más fino es para la cafetera de filtro.

 

Al final cada quien dio su veredicto. En mis preferencias puse en primer lugar a la prensa francesa, en segundo a la percoladora, y al final, a la cafetera de filtro. Sin embargo, tras comentarlo abiertamente, llegamos a la conclusión de que cada uno de los cafés es bueno, pero en diferentes contextos. Por ejemplo: si durante un día de trabajo nos gusta beber varias tazas de café, es mejor consumir el preparado en cafetera de filtro porque es más suave, pues el de percoladora y el de prensa francesa se sienten más fuertes. Pero si se trata de tomarse una taza, tranquilamente, descansando, la intensidad de la percoladora, o mejor, el de prensa francesa, serían la opción elegida.

 

Algo más que también aprendí de esta cata, es que, al igual que alguien más lo expresó, me gustó más el café de la percoladora que el de la cafetera de filtro. Si tuviera una individual, la usaría sin duda.

Además, me di cuenta de que en el filtro de las cafeteras se quedan demasiados sabores y aromas.

Por cierto, otro secreto para disfrutar de un café bien preparado en percoladora, es que una vez hecho, se trasvase de inmediato a un termo, pues de lo contrario el café se sigue "cocinando" y se quema. Con razón el café de la oficina es tan malo, además de que quién sabe si el grado de molido sea el adecuado para percoladora, y si ponen la proporción correcta de café y agua.

 

¡Uf! En la preparación del café hay muchos factores que afectarán el resultado: que si le pusiste más café o le pusiste menos;  que si lo moliste demasiado o lo dejaste muy grueso; que si lo dejaste seguirse "cocinando" en el recipiente o lo sacaste a tiempo.

 

Lo dicho: se puede tener el mejor grano tostado de café posible, y echarlo todo a perder en su preparación.

 

Imagínense, qué tan crucial es esto: controlar cómo se prepara el café para una cadena de cafeterías, ya sea nacional o internacional.

 

Sin duda aprendimos mucho de este tipo de cata, pero aún faltaba la más complicada e interesante de las catas, que José preparó para ser una cata 2 en 1. 

En la próxima entrega sabrán el porqué.

 

Final de la segunda entrega.


N'ombre, y espérense a la siguiente entrega: ¡les va a encantar!


Hasta la próxima.

[Da clic aquí para leer la tercera entrega]

viernes, 27 de diciembre de 2024

Diviértete aprendiendo | Un delicioso viaje por el mundo del café | Parte 1 de 3

Foto cortesía de Café La Nacional.

Corría el mes de abril del año 2011. Para ser precisos, el sábado 2. Ese día, Elsa y yo en compañía de nuestro amigo Armando, tuvimos una oportunidad maravillosa de adentrarnos en el mundo del café de la mano de un verdadero conocedor y, sobre todo, una excelente persona, mi estimado José del Bosque [jose.delbosque@cafelanacional.com], que tenía poco de haberse lanzado a la aventura de iniciar su propio negocio: el tostado y la venta de café de gran calidad.

Esta es una serie de tres artículos, los cuales escribí y fueron publicados por José en el blog de su negocio Café La Nacional [cafelanacional.com]. Aquí los rescatamos.

Pido a mis comprensivos cuatro lectores que me disculpen, pues notarán que las fotos que compartiré muestran el logo anterior y no el nuevo, que es el siguiente.


Tras este minúsculo mea culpa, espero que disfruten el viaje.


Un delicioso viaje por el mundo del café | Primera entrega

¿Han pensado todo lo que hay detrás de esa taza de café que acostumbran tomar? Pues esa misma curiosidad la compartimos miles de personas que disfrutamos de esta deliciosa bebida. Y quién mejor para aclarar nuestras dudas que un verdadero conocedor y tostador artesanal de buen café mexicano, como lo es José del Bosque, dueño de Café La Nacional.

En esta serie de artículos quiero compartirles la maravillosa experiencia que tuvimos.

 

Todos sabemos cuál es el penúltimo destino del café: nuestra taza. Pero pocos conocen todo lo que tuvo que suceder para que éste llegara hasta ahí. Pues bien, todo empieza con la selección de materia prima de la mejor calidad. José del Bosque, quien dejó su empleo anterior para dedicarse de lleno a su naciente negocio de tostado de café, nos cuenta que él viaja con alguna frecuencia a la que es, a su juicio, la mejor zona cafetalera del país: Veracruz. Dicha zona consta de cuatro subzonas que son: Córdoba, Coatepec, Huatusco y Orizaba. Para José, el mejor café de México se cosecha en Coatepec. Y es que a pesar que estos lugares productores de café se encuentran geográficamente cerca, sus condiciones de suelo, clima y altitud —lo que en vino se conoce como terroir — son muy diferentes, lo cual se refleja en el fruto de los cafetales.

Primero lo primero

Cafeto es el nombre del árbol que produce el café; a su fruto se le conoce como cereza de café (o también pulpa), y cuando ésta adquiere un color rojo intenso significa que los granos ya están maduros y listos para ser cosechados.

Cerezas de café.

Hay dos especies que dominan el mundo del café: arábica y robusta.

Cada cereza contiene dos granos de café, a los cuales se les conoce con el nombre de planchuela —porque un lado está “planchado” (plano),  mientras que el otro está cóncavo—. Para obtener la planchuela (o grano verde), los productores hacen pasar las cerezas por un proceso llamado beneficiado, con el cual remueven la pulpa y lavan los granos, requiriendo para esto de mucha agua e infraestructura.

Es importante mencionar que, aún dentro de la una misma zona, hay productores que ofrecen granos de mejor calidad que otros debido a que han invertido más en ello, como en mejores sistemas de riego, de limpieza de follaje y hierbas. Algunos cuentan con mejor equipo para el beneficiado y la posterior clasificación, lo que les permite incluso exportar sus granos.

Los tostadores artesanales de café, como José, compran el grano verde directamente con los productores. El grano ideal debe ser fresco, con aspecto ceroso, y de una tonalidad verde esmeralda. Al escasear el grano fresco —lo cual ocurre entre septiembre y diciembre que es cuando se realiza la cosecha anual— los tostadores pueden utilizar grano de la cosecha anterior, pues el café dura fácilmente dos años sin presentar problemas. Con el paso del tiempo, la apariencia del grano cambia, pues éste se blanquea.

Granos verdes de la cosecha anterior.

Tuvimos la oportunidad de oler el grano verde, recién sacado de un costal. Huele a campo, a hierba; son aromas provenientes de su lado agrícola, los cuales se transformarán en otros cuando sea tostado.

¿Qué es lo que se debe de buscar al seleccionar el grano verde? José nos explica que un aspecto muy importante es la uniformidad de tamaño, pues ésta permite que el tueste sea más parejo.

Mientras inspeccionamos los granos que nos muestra, nuestra mirada se detiene en algunos que no concuerdan con la planchuela que antes nos mencionó, además de ser de menor tamaño. José nos enseña que a esos se le llama grano caracolillo

Planchuela y caracolillo.

El caracolillo se obtiene de las cerezas que crecen en las puntas del cafeto, por lo que se desarrollan de manera diferente: en vez de obtenerse dos semillas, una se “come” a la otra, por eso tienen esa forma de caracol. Paradójicamente lo que es un defecto del grano (por su forma irregular) es también una ventaja, pues el grano caracolillo tiende a ser más ácido que la planchuela, por lo que es utilizado con frecuencia para aumentar la acidez de algún café en particular.

Al momento de ser clasificados los granos, éstos se separan por tamaños y cualidades, por lo que es habitual que los tostadores pidan sacos de puro caracolillo para sus mezclas.

Por cierto, los sacos de café verde son siempre de 69 kilos, que es la medida estándar de la industria.

Sacos de 69 kilos.

Para elaborar su catálogo de productos de Café La Nacional, José utiliza granos de tres lugares: Coatepec y Huatusco, en Veracruz, y de Oaxaca. Nos cuenta que, aunque ya tiene sus productores preferidos, a veces tiene que variar de proveedor cuando los de siempre no pueden garantizarle el producto; por eso tiene que contar con alternativas.

Por lo anterior, los grandes tostadores tienen que tratar con varios productores y hasta negociantes, (tomemos en cuenta que más de dos tercios del café del mundo provienen de granjas de menos de 9 hectáreas) debido a los grandes volúmenes que requieren. Ellos enfrentan una mayor dificultad para mantener siempre la misma calidad, por lo que tienen que mezclar y mezclar  para lograr su estándar.

Aprovechando el viaje, y antes de que pasemos a abordar el tema del tueste, le preguntamos a José sobre cómo se obtiene el grano descafeinado. Él nos menciona que el proceso para descafeinar es complicado y requiere mucho equipamiento, por lo que en México sólo hay dos empresas que lo hacen, las cuales se encuentran en Orizaba, Veracruz (si algún tostador quiere comprar granos descafeinados, forzosamente tiene que tratar con alguna de ellas).

Para hacer el descafeinado se echa el grano verde en agua caliente, a la cual se le añade un solvente natural —destilado de un fruto—, cuyo agente “jala” la cafeína sin tocar los demás componentes del café. Bueno, eso de “sin tocar los demás componentes” no es 100% cierto, según nos indica José, pues el solvente sí atrae también algunos componentes aparte de la cafeína, por lo que el café descafeinado es más suave, tiene menor intensidad. El grano, por cierto, queda como “chupado”, de color cafecito —ya no es verde—.

Según los datos que el mismo José tiene, en México sólo el 10% de café que se consume es descafeinado.

 

¡Hey, güera! 

Pasamos ahora al área de la casa donde descansa La güera, que es como José bautizó a la máquina tostadora de café, 100% mexicana, que compró en Coatepec. La güera es una tostadora de tambor, la cual tiene una parrilla abajo —como si fuera una estufa—que se enciende primero, y luego se pone en marcha el motor que hace al tambor dar vueltas, con lo que se calienta tanto por conducción como por convección. El tambor calienta a su vez el grano que se vierte en él, hasta llegar a la temperatura deseada. Es el incremento en la temperatura lo que llevará al grano verde al tostado deseado.


Con ustedes, la güera.

El procedimiento es el siguiente: se enciende la parrilla y se pone a girar el tambor hasta que se llega a una temperatura de precalentamiento de 225°C. Luego se vacía el grano verde en el tambor, lo que hace que la temperatura baje —porque el grano viene frío— hasta los 150°C. Cuando empieza a subir la temperatura nuevamente, al llegar entre los 180 y 190 °C el café empieza a cambiar de color, pasando de verde a naranjita, luego a amarillo y de ahí a café claro.  Al llegar a 215°C sucede el primer crack  del grano —suena como palomita de maíz—, que al expandirse se rompe. Este sonido es un indicador para el tostador de la etapa del tostado en que se encuentra.

El café de ese primer crack es aún muy suave de sabor, por lo que José prefiere dejarlo un poco de más tiempo para obtener un tueste medio —el cual se logra más o menos a los 225°C—, ya que el tueste ligero no es del agrado del paladar mexicano, por lo que él ha podido constatar.

Si mantiene la temperatura, el café llega a un segundo crack, que es como obtiene el tueste más oscuro de su catálogo de productos. Pero hay que tener cuidado, pues según nos dice, la diferencia entre llegar al tueste oscuro deseado y tener granos quemados es de pocos segundos.


No todos los granos se comportan igual al momento de tostarse, pues existen diversos factores que pueden variar, como la densidad de los granos (si son más concentrados y tienen menos espacio de aire se tuestan más rápido), el que tengan más humedad y se tuestan más lento, etcétera. 

El proceso de tostado es crucial, por lo que cuando es día en que José va a tostar grano, se desconecta del mundo pues debe prestarle entera atención; no puede atender ni llamadas. Con La güera el ciclo de tostado se lleva entre 20 y 25 minutos, dependiendo del grado de tueste que busque. En cada ciclo procesa 10 kilos de grano verde, del cual obtiene alrededor de 8.5 kilos de grano tostado; el peso faltante se pierde entre calor y vapor. El grano tostado sale a la charola de enfriamiento de la máquina con una temperatura cercana a los 200°C, por lo que hay que tener cuidado, y esperar a que se enfríe para poder manipularlo. Es importante que se enfríe rápidamente o de lo contrario se puede seguir tostando. Los granos que se sobre tuestan son separados del resto.


Granos tostados.

Aunque existe la posibilidad de sacar muestras para hacer un examen visual del grano mientras se tuesta —y comparar contra granos  tostados previamente—, o también se pueda establecer un tiempo de tueste, José prefiere tomar a la temperatura como su indicador principal. Así es como ya tiene identificadas y registradas las temperaturas de los tuestes de sus productos.

Ya entrados en el tema, le preguntamos a José donde aprendió a tostar café, a lo que nos responde que fue en Xalapa donde hizo sus primeros pininos. La empresa donde le enseñaron se llama Bola de Oro, y a decir de José, es muy buena y recomendable.

El catálogo de productos de Café La Nacional consta de 12 variedades de cafés, todos desarrollados por José mediante ensayos y catas hasta llegar a lo que estaba buscando, pues cada tostador crea su propio catálogo; no existe un estándar. De tal manera que el café llamado Gourmet de Café La Nacional es diferente del de otro tostador que pudiera ponerle el mismo nombre de Gourmet.

En el café se busca variar el tono del tostado (ligero, medio u oscuro) y así es posible obtener dos o tres diferentes productos de un mismo grano. Además, también se pueden hacer mezclas de granos de diferentes regiones (porque no sabe igual el caracolillo de Huatusco al de Coatepec, por ejemplo) con diferentes tostados y en diferentes proporciones. Eso permite ampliar el abanico de opciones que puede ofrecer al mercado, manteniendo su sello propio como tostador.

Granos con diferente grado de tostado.

Cómo afecta el tueste al sabor del café

En un café hay tres características a las cuales hay que poner atención: acidez, cuerpo y sabor.

José enfatiza que la acidez es la cualidad positiva más buscada en el café, pues es ésta la que despierta en la lengua la gama de sabores, dándole vivacidad al café. Ahora entendemos mejor lo que se mencionó antes, de porqué es apreciado el grano caracolillo: por su acidez.

José nos dice que los cafés mexicanos tienen buena acidez —principalmente el de Coatepec—, lo cual no sucede con todos los cafés del mundo. Si el grano verde no tiene acidez, ya no hay nada que se pueda hacer para que la adquiera. Lo único que se puede lograr es desarrollarle el cuerpo mediante tostados medio y oscuro.

¿Y dónde queda el amargor del café? ¿No es acaso una característica también? José nos explica que la acidez y el amargor son cualidades opuestas en el café tostado: a medida que se incrementa el grado de tostado del café, aumenta su amargor y su cuerpo, pero se reduce su acidez. Con grano de tostado muy oscuro (como el llamado tostado francés, french roast) se obtiene una bebida con mucha presencia (cuerpo), mucho amargor, pero poca acidez. A veces el tostado es tanto que se llegan a percibir aromas y sabores a quemado. Pero en gustos se rompen géneros: hay personas que les gusta que su café sepa amargo, mientras que otras prefieren uno con buena acidez. Para todos ellos José tiene alguna opción que ofrecer.

Como dato adicional, José nos platica que en Francia y España es muy común que se beba café de tueste francés (el tueste más oscuro), debido principalmente a la especie de cafeto del que lo obtienen, que es la robusta, la cual produce un café más amargo, áspero, astringente, poco perfumado e incisivo al paladar. En cambio, en México el café que se cosecha es de la especie arábica, la cual es de mejor calidad y la más apreciada de las dos (tres cuartas partes de la producción mundial del café son de esta especie). La arábica produce un café dulzón, sutil, perfumado y a veces con tonos achocolatados. Y por supuesto, con mejor acidez, como ya lo mencionamos antes.

Tanto platicar sobre el café nos abrió el antojo enormemente, por lo cual decidimos que era el momento preciso para pasar de la teoría a la práctica. Según el programa preparado por José, nos esperaban dos tipos diferentes de catas por hacer. Ni tardos ni perezosos procedimos con la primera.


Final de la primera entrega.


[Da clic aquí para leer la segunda entrega]

miércoles, 25 de diciembre de 2024

Diviértete aprendiendo | ¿Qué vinos me recomiendas para mi primera cata? | Tintos

¿Ves la sección de vinos de una tienda y te abruma?
Being there.


Hola, mis queridos cuatro lectores. Aquí estamos de vuelta en muy poco tiempo para complementar los artículos anteriores de esta sección Diviértete aprendiendo (aquí la Parte 1 y aquí la Parte 2).

Me quedé pensando que quizás sería apropiado sugerir algunos vinos para quienes de ustedes deseen empezar a hacer sus pininos en este mundo de las catas de vino —los pininos se hacen al iniciar, porque cuando ya bebiste mucho aunque parezcan pininos más bien serán desfiguros—.

Personalmente, cuando he organizado catas para amigos y conocidos que por primera vez participarán en una, me gusta hacerlo con tres botellas de vinos diferentes, para que la experiencia vaya in crescendo en complejidad

Así que voy a sugerir opciones de complejidad baja, media y alta, tanto para vinos tintos como para blancos, ambos quietos —es decir, sin burbujas—.

Esta primera entrega será de vinos tintos.

Para las sugerencias voy a basarme en esta ocasión —por facilidad— en las páginas web de tres tiendas de la localidad a las que pueden acudir: HEB, Soriana y Walmart.

¿Por qué no incluir tienda especializadas en vino, como La Castellana, Vinoteca, etc.? La respuesta es sencilla: en éstas es habitual que haya personal debidamente capacitado al que pueden acudir para que les haga sugerencias, diciéndole que quieren tres vinos tintos que vayan de complejidad baja, media y alta. 

Tip: se van a dar cuenta que, así como suben en complejidad los vinos, también suben en precio. 

Dicho lo anterior, empecemos.

VINOS TINTOS SECOS

Complejidad baja

HEB - Consigna - Tempranillo Shiraz - 
750 ml - $159 pesos

Soriana - Viña Maipo - Merlot - 
750 ml - $98.90 pesos

Walmart - Reservado - Carmenere (o cualquier otra uva) - 
750 ml - $129 pesos
(Quién me viera recomendando un Concha y Toro, Dios mío; qué bajo he caído, me siento sucio)


Complejidad media


HEB - Paula - Malbec (o Cabernet Sauvignon) - 
750 ml - $219 pesos

Soriana - Yellow Tail - Shiraz - 
750 ml - $245 pesos

Walmart - Finca Las Moras Reserva - Cabernet & Malbec - 
750 ml - $277 pesos


Complejidad alta

Para este caso, recomendaré cualquier vino español de la región Rioja, que sea Reserva o Gran Reserva, es decir, que ostenten alguna de estas dos calcomanías.


La cosecha puede ser de cualquier año.



HEB - Faustino - Reserva - 
750 ml - $399 pesos


Soriana - Siglo - Tempranillo - 
750 ml - $374 pesos



Espero estas recomendaciones sean de ayuda para ustedes, mis queridos cuatro lectores.



Les aseguro que me encanta como, según va avanzado la cata que estamos llevando a cabo, la expresión de asombro de los nuevos catadores va aumentando. Invariablemente, la respuesta a la pregunta de a qué les huele el primer vino es "pues a vino". Pero una vez que comparan con el siguiente de mayor complejidad, se dan cuenta de que ya no huele "a vino" nadamás, de que el realidad sí son diferentes, y ese momento es glorioso. No lo cambio por nada.


Después de la primera cata,
no volverán a ver el vino de la misma manera.


En próximas entregas, sugeriré vinos blancos y rosados, los cuales se apetecen más para los días de calor.

Hasta la próxima.