Con don Carlos Villarreal, don Enrique Abaroa y don José María Infante en una evaluación para la columna "...Y al vino, vino". |
Seis décadas como aficionado consumidor: entrevista a don Carlos Villarreal (Segunda entrega de cuatro)
[ Entrevista realizada el 20 de enero de 2011 ]
Retomo el tema de la preferencia y, sin más, le pregunto: ¿Nuevo Mundo o Viejo Mundo? “Ambos”, es su respuesta. Y es que afirma que, aunque hay vinos elaborados a la vieja usanza que son excelentes, también es cierto que existen vinos modernos que son muy interesantes, de lugares como Estados Unidos, Chile y Argentina. De estos dos últimos comenta que Chile tiene unos muy buenos vinos debajo de los $150 pesos [mexicanos], pero arriba de ese precio los argentinos son mejores opciones.
¿Y de México? ¿Qué opina de los vinos mexicanos? Con su amplia experiencia, don Carlos reconoce que han evolucionado mucho y que ha habido buenos vinos mexicanos. ¿Y por qué en su columna casi no aparecen? Él responde que sus reseñas tratan de ser una guía de las mejores calidades a los mejores precios, y que los buenos vinos mexicanos tienen precios elevados, por lo que quedan fuera. Pide que no se malinterprete esto, pues no dice que sean malos, sino que un buen vino mexicano, de $600 pesos, resulta caro al compararlo contra otras opciones de otros orígenes, de las cuales él ha probado muchísimos. “Sin quitar tampoco que, también a veces, hay vinos de $800 pesos y que, ¡ay, Dios santo!, pues, ni para dónde, por favor. Y sacarlos en la columna con 6 ó 5 de calificación, pues mejor no los saco”, comenta don Carlos. Sinceramente, tiene razón.
“Así que, si vas a recomendar
un vino de $ 600 pesos [mexicanos] cuando tienes algunos de otros orígenes que
cuestan $ 300 y que son de calidad igual o superior, pues no se estaría
cumpliendo el objetivo de la columna”, es su justificación y verdaderamente suena
lógica.
Otra desventaja que presenta el vino mexicano, a decir de don Carlos, es su falta de consistencia. “Lamentablemente me he encontrado con algunos vinos mexicanos de buena calidad que a la añada siguiente lo vuelves a tomar y fue inconsistente la calidad. Por ejemplo, un Marqués de Murrieta Reserva siempre está perfecto en su rango de precio, no anda con altibajos de calidades, pero eso sí pasa en los vinos mexicanos; al año siguiente más caros, pero con bajones en su calidad”.
El tema de la
calificación de las cosechas no queda fuera de nuestra conversación, y don
Carlos piensa que eso tenderá a desaparecer. Así lo explica: “Tengo entendido
que a una bodega tradicional o seria no le conviene que el vino que hace cada
año ande de arriba a abajo en calidades (que el 2004 sea excelente, pero 2005 salga
regular). Así que, cuando en un año el vino va a ser de muy buena calidad, le
ponen otro nombre; y cuando sale de mala calidad, le ponen otro nombre, para no
quemar su vino de línea. Y por supuesto, con precios más altos o bajos. Y así
pueden tener, dentro de la misma calificación de la Denominación de Origen,
tres vinos Reserva, pero de calidades y precios diferentes”.
Insiste en que ahora,
con los avances en la enología, ya es posible para las bodegas sacar vinos con
un rango de calidad muy similar al año anterior, cambiando para eso los
porcentajes del coupage*. Aquí es
donde cabe hacerle la pregunta: ¿qué tan importante para él es la intervención
del enólogo?, a lo que contesta simple y llanamente: “el enólogo es el héroe
del vino”. Y hace la siguiente analogía:
“Si vas a Puebla y buscas el mejor mole que se hace allá, encontrarás que es la
cocinera la que hace la diferencia, aunque todos usen los mismos ingredientes.
Lo mismo sucede con el enólogo”.
“Coupage” y “enólogo” son términos que, puestos sobre la mesa, obligan inmediatamente a tocar el tema de los vinos monovarietales comparados con los vinos de mezclas. “Es una moda que empezó en el Nuevo Mundo”, comenta don Carlos. “Antes, en los 40’s, 50’s y 60’s, los vinos no decían de qué uvas estaban hechos. Si te fijas en la lista de precios de un négociant de Burdeos, te das cuenta de que los vinos más baratos son los monovarietales, y es lógico, pues sólo llevan una uva y es el más barato de hacer. ¿Qué requiere más cabeza del enólogo: el monovarietal o el coupage? Es como en un laboratorio de perfumería, que es más barato hacer un extracto de jazmín que un Chanel No. 5 que lleva como veintitantos componentes y debe salir justo. Ahí sí se necesita un maestro perfumero, pero bueno”.
De esta manera, por
medio del marketing es que se fabricó
el interés por los vinos monovarietales, que cuesta menos producir y se pueden
vender más caros.
Y añade: “También es parte del marketing
sacar variedades al mercado, como hace unos años con la uva carménère. Crean la
moda, el mercado, la demanda, y luego pasa que no tienen suficiente para
abastecer al mercado. Quién sabe qué te estén vendiendo en realidad”.
“La variedad de la uva no determina la calidad del vino”, dice
convencido, “ya que para evaluar la calidad se necesita considerar tres
cualidades básicas: aroma, sabor y persistencia. Así lo hago para las reseñas
que publico en el periódico”.
¿Y dónde queda el color en su evaluación?, fue mi siguiente pregunta.
Don Carlos, sonriendo, recuerda que alguna vez en la redacción del periódico le
cuestionaron el porqué no mencionaba al color en sus reseñas, si era algo “muy
atractivo del vino”. La respuesta de él fue: “¿Tú comprarías un perfume por su
color? ¡Claro que no! Lo compras porque te gusta su aroma. Lo mismo pasa con el
vino: te lo vas a tomar, a disfrutar con los sentidos involucrados en la
degustación. No te lo vas a tomar con los ojos, ¿o sí?”, dice esbozando
nuevamente una sonrisa.
“De hecho, algunos de los vinos mejor calificados que hemos encontrado
tienen un color poco atractivo, comparados con otros que tenían colores
preciosos, pero con el aroma desvanecido, e insípido en boca. ¿De qué sirve que
el vino luzca bonito en la copa?”, remata sin que evidentemente haya respuesta alguna
que valga.
*El coupage es una técnica de mezclar vinos o uvas de diferentes
variedades para crear un nuevo vino. El objetivo es obtener un vino con un
sabor y aroma específicos, más complejo y equilibrado.
[Fin de la segunda entrega]
Hasta la próxima.
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Ahora sí, adelante, Shakespeare.