domingo, 12 de octubre de 2025

El galano arte de conversar

¿Les gusta conversar, mis apreciados cuatro lectores? 

A mí me gusta mucho. Creo que tanto como me gusta observar lo que sucede a mi alrededor. Pero, debo confesar que la observación es infinitamente más fácil que la conversación. Porque conversar no es simplemente hablar. Hasta los pericos y los cuervos emiten sonidos parecidos a palabras dichas por voces humanas. Eso no es conversar.

Conversar es un arte en peligro de extinción. Permítanme explicarlo antes de que llegue Greta Thunberg a armar un zafarrancho creando una organización de fines de lucro para salvar la conversación.

Creemos erróneamente que mantener una conversación es simplemente que cada hablante espere su turno para hablar. Qué vergonzoso es cuando quienes participan en este remedo de conversación, por no poner atención a lo que el otro está diciendo, sino que estaba rebuscando en su mente algo más interesante qué decir, expresa algo totalmente fuera de lugar, dada su ansia de intervenir. El silencio incómodo que se produce en ese momento mata por completo esa "conversación".

Conversar tampoco es necesariamente, y sobre todo cuando hay un tema polémico, querer salir victorioso a como dé lugar, en vez de intentar aprender algo o adoptar una perspectiva distinta. Y es que para conversar es indispensable pensar.

En la Regla 9 de su libro "12 reglas para vivir", el psicólogo Jordan B. Peterson explica que "[...] la gente organiza su cabeza conversando. Y si no tienen a nadie para contarle su historia, pierden la cabeza. [...] Una gran parte de lo que consideramos funciones mentales saludables es el resultado de nuestra capacidad de utilizar las reacciones de los demás para seguir siendo operativos en toda nuestra complejidad."

Creo que, en parte, es por esto último que las personas muy mayores sienten la imperativa necesidad de contar las historias de su vida una y otra y otra vez. Aunque, sinceramente, este acto de escuchar que realizamos con ellos no se pueda considerar una conversación en toda la extensión de la palabra.


Bueno, volviendo al tema de la conversación, les decía que no era fácil porque, al ser un arte que se está perdiendo, hay cada vez menos personas con quienes se pueda practicar y disfrutar esta experiencia. 

Hay muchos habladores, hay pocos conversadores.

Para resolver esta alarmante escasez, pondré el siguiente anuncio en el periódico:

SE BUSCA GENTE PENSANTE PARA MANTENER CONVERSACIONES INTELIGENTES

Requisitos:

  • Nivel de lavadero de vecindad: inadmisible. Si va a hablar de personas, mejor quédese en su casa.

  • Poder hablar con libertad de diversos temas. Si únicamente sabe hablar de su deporte favorito, su equipo favorito, su artista favorito(a), su videojuego o RPG favorito, su religión favorita, su actividad religiosa favorita, etc., ni se moleste en responder.
  • Si desea incluir "sus pronombres" en la solicitud, por favor, proceda de la siguiente manera: tome la solicitud en el centro de su mano abierta, estrújela con la mayor fuerza que pueda y arrójela al bote de basura más cercano.
  • Si acostumbra dar trigger warnings antes de una conversación, siga el paso mencionado arriba, tenga la bondad.
  • Tener la premisa de que todos tenemos algo qué aprender; que mediante una conversación podríamos adquirir conocimiento que podría cambiar nuestro comportamiento y forma de ver el mundo, aunque se nos contradiga. Entender que la verdad y el humor son a menudo aliados íntimos, y que éste último es sumamente aceptable usarlo en una conversación.
  • Acompañar la conversación con comida y alguna bebida, también es aceptable.


Luego les cuento cómo me fue.


Hasta la próxima.


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Ahora sí, adelante, Shakespeare.