Creo que el tipo de vino menos apreciado, mis avizores cuatro lectores, es el vino rosado. Entre las listas de sugerencias de vinos para acompañar maridajes es muy raro encontrar un ejemplar rosado en ellas. Y la verdad es que estos caldos son, en muchas ocasiones, la recomendación adecuada, pues combinan la fresca acidez de los vinos blancos y la frutosidad de los tintos.
Personalmente, mi predilección es por los vinos tintos. Sin embargo, me encanta darle oportunidad a todos los tipos de vinos, como en esta ocasión.
Volvamos a Zacatecas, mis entusiastas lectores, para probar ahora el vino rosado de este productor mexicano que ya nos ha sorprendido en anteriores reseñas: Raíz de Plata.
Precio: $450.00 pesos mexicanos (directamente con el productor)
Volumen: 750 ml
Calificación Precio/Calidad: **** (4 de 5)
Disfrutado el día: 18 de octubre de 2025
En lo personal, me gusta saber cuáles fueron las uvas utilizadas para elaborar los vinos rosados que pruebo, pues, al igual que lo hacen en los vinos tintos, estas uvas darán unas características particulares a este. Incluso, en ocasiones se utilizan uvas blancas mezcladas en la elaboración de los rosados.
Como los nombres de las uvas no venían en la etiqueta ni en la contraetiqueta, me puse en comunicación con los productores, Arturo Haro y su esposa Elidia, quienes amablemente me contestaron que se trataba de una mezcla en la cual predominaba la uva syrah, pero tenía también un poco de uva cariñena.
Empecemos ahora con la nota de cata.
Vista del vino Raíz de Plata Rosé 2023
En vista, más que tener el típico color rosado o salmón, este vino parece más bien un clarete con ese tono de rojo ladrillo, bastante limpio y brillante. Si recuerdan ustedes el color del vino tinto de syrah de esta bodega (pueden ver aquí la nota y la fotografía), que era un "profundo y opaco color rojo-púrpura tirando a granate", llegamos a la conclusión de que los hollejos o pieles de las uvas tintas no permanecieron mucho tiempo en contacto con el jugo, pero sí el suficiente para dar esta llamativa coloración.
Ahora, ¿qué nos indicaba la nariz? Esto sí es clásico en los vinos rosados: frescas notas frutales, y en este caso destacaban la fresa y el arándano, de manera moderada.
Al momento de probarlo, encontramos en boca un vino seco (no dulce), muy fresco, con una excelente acidez (otra característica de los rosados), confirmando la fresa y el arándano en los sabores. Como era de esperarse, tiene cuerpo ligero y con taninos débiles. Podemos decir que es un vino rosado de librito: bien hecho, en toda regla.
¡Ah! No lo mencioné, pero quizás lo hayan deducido ustedes, mis avispados cuatro lectores: los vinos rosados no pasan por barricas; se fermentan solo en tanques de acero inoxidable, por lo que percibimos en ellos es únicamente lo que aporta la uva.
Bueno, llegó la hora de cenar y con este vino decidimos acompañar unas alitas de pollo aderezadas con salsa picante. No quedó tan mal, pero quizás un ceviche de pescado, camarón o pulpo hubiera quedado mejor.
Alitas de pollo con salsa picosa
No nos decepcionó este vinito; al contrario, nos agradó. Le doy 4 de 5 estrellas en mi Relación Precio Calidad (RPC).
Una última recomendación sobre el vino rosado: bébanselo lo más joven posible —obviamente me refiero al vino; unos ya no nos cocemos al primer hervor—; es decir, no dejen pasar mucho tiempo entre el año de la cosecha y en el que se lo tomarán. Los vinos rosados no se elaboran para ser guardados por largo tiempo.
Mis cómplices cuatro lectores: como quizás recuerden que mencioné en una publicación anterior (aquí está la liga), soy un fan de los cómics. De entre todos los que he conocido a la fecha mi favorito es —y por mucho— Calvin y Hobbes, de Bill Watterson.
Este pasado 18 de noviembre de 2025, esta entrañable tira cómica cumplió sus primeros 40 años de existencia.
Quienes no conozcan toda la historia de este cómic quizás no sepan que solo fue dibujado durante 10 años, culminando exactamente el 31 de diciembre de 1995. A pesar de eso, la calidad de sus dibujos y mensajes sigue tan vigente como cuando dejó de publicarse en los periódicos de todo el mundo.
Una muestra de mi colección
Así empezó todo
Qué curioso es que, como lo explicó el mismo autor Bill Watterson, la primera tira de Calvin y Hobbes se publicó en tan poquitos periódicos que ni siquiera salió en el periódico del pueblo en el que él vivía. Pero en unos pocos años estaría en todo el mundo traducido a diferentes idiomas.
La primera tira
Esta es, al parecer, la única foto conocida de Bill Watterson, cuya personalidad nunca lo llevó a buscar los reflectores ni a llamar la atención. Él solo quería dibujar (lo que le encantaba) y que los dejaran en paz a él y a su creación: Calvin y Hobbes.
Bill Waterson en 1986
Sabemos que el de la foto es efectivamente Bill Watterson, porque él mismo se dibujó al menos en dos ocasiones; en una de ellas, irónicamente, como si tratara de taparse la cara para conservar su tan preciada privacidad.
La lucha por defender su creación
"Si es un cómic tan famoso como dices, ¿por qué no hemos visto ningún producto que tenga la imagen de Calvin o de Hobbes o de ambos, como sí los hay de Snoopy y Garfield?", quizás sea algo que se estén preguntando, público curioso e inquisidor. La respuesta es sencilla: durante años Bill Watterson, el papá de Calvin y Hobbes, luchó en los tribunales para conservar los derechos de su tira cómica, de tal manera que los personajes se mantuvieran únicamente donde él sabía que iban a funcionar: en la tira cómica.
"Calvin and Hobbes was designed to be a comic strip and that's all I want it to be. It's the one place where everything works the way I intend it to". —Bill Watterson
Al igual que en varios de sus libros de compilaciones, en el documental Dear Mr Watterson (pueden ver el trailer aquí abajo) se explica todo el proceso y desgaste que implicó esa lucha legal.
Como se podrán imaginar, mis siempre inteligentes cuatro lectores, Bill ganó la disputa y esa es la razón por la que no vemos a sus entrañables personajes en productos de comercialización masiva. Lo único que permitió el autor es que se reeditaran sus tiras en compilaciones impresas, de pequeño o de gran formato, y en una página de internet (más adelante les puse la liga). Calvin y Hobbes se mantendrían en casa.
Claro, eso no ha impedido que algunas personas hayan elaborado productos no oficiales que nosotros, los verdaderos fanáticos (de hueso colorado, como decimos en mi tierra) deseemos adquirir, además de los productos oficiales, como la colección completa de Calvin y Hobbes en el idioma original, el inglés.
Sin olvidar la gran cantidad de calcomanías (pegatinas o stickers) ilegales con la imagen de un Calvin meón que está orinando sobre el logotipo del equipo deportivo odiado. Personalmente, la utilización de esa imagen me parece repulsiva y reprobable. Nunca tendría una de esas.
Su influencia en mi vida
A diferencia de Garfield, una historieta muy sencilla que busqué y leí muchas veces desde pequeño, en Calvin y Hobbes las tiras no presentaban únicamente temas entretenidos y comunes como no querer ir a la escuela o hacer la tarea, o las emocionantes vacaciones y las aventuras que se inventaban, el pleito con su inteligente vecinita y compañera de clase, etcétera. Bill Watterson también tocaba temas más profundos e íntimos. Cómo olvidar aquella tira (normalmente duraban de lunes a sábado) donde se encontró un pequeño mapache enfermo en el campo, introduciendo así el tema de la muerte, esta siempre inquietante e injusta.
O cuando aprovechando una tira dominical (cuyo formato Bill Watterson rediseñó, cambiando la manera de hacer cómics —como bien se explica en el documental mencionado antes—), creó una de las más hermosas series de viñetas para expresar su propio dolor cuando perdió a su gatita Sprite, quien le sirvió de inspiración para muchas de las actitudes felinas que plasmó en Hobbes.
Por supuesto, leer toda la serie de esta grandiosa historieta me motivó a hacer dibujos de estos amados personajes.
Pero creo que su mayor influencia en mi vida tiene que ver con la alegría de vivir, de divertirse; con nunca perder la capacidad de asombro; con la amistad, la camadería, la complicidad; la confianza de contarle a tu mejor amigo cómo te sientes, escuchar sus consejos que quizás no te gusten. Y, por supuesto, la ironía y el sarcasmo de Hobbes es magistralmente sublime.
Pero otra cosa muy importante que aprendí fue del propio autor, Bill Watterson. Él tenía bien claro lo que quería para su creación. No lo veía como un simple producto. Aunque hubiera ganado una inmensa cantidad de dinero cediendo los derechos de uso de sus personajes (imagínense: loncheras, playeras, gorras, tenis, calcetas, cuadernos de colorear, calendarios, figuritas en la caja feliz de McDonalds, juguetes, videojuegos y un interminable etcétera), para él eso no era lo más importante.
Aprendí que la integridad y los valores no son negociables. No todas las personas tienen un precio. Y eso es algo que admiro de este noble dibujante, y me he propuesto imitar —ya antes me han ofrecido monetizar mi blog; no, gracias—.
Han sido muchísimas las lecciones de vida aprendidas.
La conclusión
Finalmente, como ya mencioné antes, el 31 de diciembre de 1995, estando en la cúspide de los cómics del mundo, se publicó la última tira de Calvin y Hobbes.
La última tira de Calvin y Hobbes
Nuevamente, con gran maestría, el señor Watterson aprovechó una tira dominical (disfruten de cómo rompe con el formato tradicional de puros cuadros) para entregar su mensaje final, en el cual nos invita a todos a iniciar una nueva etapa con ojos de aventurero, dejando atrás lo familar, usando una preciosa analogía: "¡Es como tener una gran hoja de papel en blanco para dibujar en ella!", dice Hobbes.
Les revelo íntimamente, mis apreciados cuatro lectores, que esta última imagen me ha inspirado cuando he tenido que dejar atrás algo que me ha sido conocido y habitual por un largo tiempo, pero cuyo final ha llegado. Así pues, mientras te encuentres con tu mejor acompañante a tu lado, sin miedo "¡vamos a explorar!".
Quizás estén de acuerdo conmigo, mis queridos cuatro lectores, en que hay pocos momentos que son tan ansiados y tan celebrados como encontrarse nuevamente con buenos amigos y camaradas, tras un buen tiempo (probablemente, varios años) de no vernos en persona. Por supuesto, hoy existen medios electrónicos que nos permiten desde intercambiar mensajes hasta vernos mediante una videollamada, pero nunca de los nuncas será lo mismo que recibir con un amistoso apretón de manos y un fuerte abrazo a tus camaradas. Y así, de frente, poder echar una buena platicada para ponerse al día de lo que ha sucedido durante este tiempo.
Pues hace unos meses, en mayo para ser exacto, los planetas se alinearon y acordamos un reencuentro entre cuatro camaradas que habíamos llegado a conocernos al tener una afición en común: disfrutar de una buena cerveza. Y es que nuestro grupo es tan hetereogéneo o diverso, que te hace pensar: ¿de qué otra manera hubiéramos coincido dos estudiantes de Ingeniería, un diseñador gráfico, dos moneros e ilustradores y un licenciado en ciencias computacionales? Ni el multiverso de Marvel se atrevió a tanto.
Meses de noviembre de 2011 (arriba) y 2012 (abajo) en casa del Mudo Vzz
El lugar de encuentro pactado fue el Salón Pezina, cuya nominación fue sugerida por el Mudo y apoyada de manera unánime por el resto de los convocados. "Una belleza de cantina", fue como la describió, y añadió: "Dile a la tía Irma que vas de mi parte", dejando ver la familiaridad del Mudo con una de las dueñas de este salón tan tradicional de Monterrey.
Quiero hacer una breve pausa para aclarar que esta no pretende ser como una de las magníficas reseñas de cantinas regiomontanas que el buen Guffo publicó en su blog. Si gustan leerlas, pueden dar clic en este enlace.
Llegado el lunes 5 de mayo, me dirigí al cruce las calles Arteaga y la diagonal Asarco, en Monterrey. Sorprendentemente, el tráfico fue benévolo y llegué mucho antes de lo planeado, así que entré a esperar a los demás.
El tradicional Salón Pezina, ni más ni menos
Como diría la raza: llegué a barrer, pues era el único parroquiano en ese momento. La tía Irma (como cariñosamente llaman a una de las dueñas del salón e hija de Julián Pezina, su fundador), me saluda y me invita a pasar. La calidez de su bienvenida —que contrasta con la estereotipada imagen del cantinero rudo tras la barra gruñendo qué va a tomar— al instante me hace sentirme cómodo y dirigirme a la barra. De la variada lista de cervezas que hay disponibles le pido una Carta Blanca; me destapa una botella bien heladita y me la entrega acompañada de su correspondiente botanita de cacahuates y fritos, faltaba más. ¡Ajúa!
"Un poco de cerveza apagará el fuego"
Mientras espero a los demás bebiendo mi cerveza, me pongo a observar con suma atención la decoración de este lugar, bien limpio e iluminado, y no puedo más que pensar: ¡Chulada de maíz prieto, i 'ñor! Qué bueno es poder disfrutar de lugares como este todavía.
Aunque un poco de modernidad se nota en este sitio...
...en otras partes parece que el tiempo se detuvo
La tía Irma se me acerca para platicarme la interesante historia de este salón, fundado por su papá, al cual no se le permitía la entrada a las mujeres... ¡incluidas ellas! Me confiesa que, al principio, fue un gran conflicto para su hermana y ella el hacerse cargo de este negocio, pero no lo iban a dejar caer.
También me cuenta que el cronista regiomontano David Canales Martínez (soynorestense.com) ya va a incluir a esta cantina en la segunda edición de su libro Ruta del olvido. Entonces, ella saca unas hojas que el propio David Canales le dejó y que contiene un borrador del texto que le dedicará a este nostálgico lugar. Mientras la escucho leerlo, doy un sorbo a mi Carta y me alegro de saber que prontamente el autor reparará esta omisión de la primera edición de su obra. Para mis adentros —y con una sonrisa en los labios— brindo por él.
Cuando la tía Irma termina su lectura, le pregunto sobre este letrero que cuelga de la pared y que realmente me intriga: ¿a poco en aquellos años vendían cervezas de Cervecería Cuauhtémoc y de Modelo? Efectivamente, así era. Resulta que su papá aprovechaba que por la ciudad pasaban algunos traileros de la Modelo y él les compraba algunas cajas para poder ofrecer a sus clientesproductos de esa cervecería también. ¿Qué tal?
Antes de la maldita exclusividad: las cervezas de la Cuauhtémoc (hoy Heineken) y la Modelo juntas
Terminaba de explicarme cuando llegó el segundo convocado: el buen Guffo Caballero. Hizo lo propio al pedir una Carta Blanca a la tía Irma, mientras echábamos la platicada para ponernos al corriente sobre qué habíamos hecho en estos más de diez años de no vernos en persona.
Con el buen Guffo en el Salón Pezina
Por supuesto, entre otros temas, hablamos del premio que ganó y fue a recibir hasta el Palacio de la Paz, en la Haya, Países Bajos. "Y todo por un dibujo", como él mismo tituló un artículo de su blog (liga aquí), al cual le siguieron dos artículos relacionados más (liga aquí y también aquí). Un gustazo poder estar compartiendo este momento con él.
En eso, llegó el tercer convocado: el Mudo Vzz. Cabe aclarar que así es como el estimado firma sus obras, las cuales comparte en su cuenta de Instagram @elmudolb.
Con las Cartas sobre la mesa —tres en total—, continuamos la sabrosa conversación, en lo que esperábamos a que el último invitado se manifestara. El acontecimiento se estaba desarrollando mejor de lo imaginado.
El Mudo y el Guffo: calentando motores
Por fin, llegó el último de la noche: el jocoso Eslem Torres, quien no desentonó y pidió su Carta Blanca también. Ahora sí, nos dirigimos a una mesa para poder seguir más cómodamente con la interesante plática, ahora más aderezada de anécdotas y experiencias cerveceras, cortesía de Eslem y del Mudo, quienes han invertido mucha de su pasión, así como tiempo y dinero en ese embriagante mundo de la cebada fermentada. Hasta concursos internacionales de cerveza se han logrado traer a Monterrey. ¡Échate ese trompo a la uña!
Ahora sí, la alineación planetaria se había consumado. ¡Aleluya! Para que no cupiera la duda, la foto del recuerdo era necesaria y el buen Guffo tuvo a bien captar este momento para la posteridad. A ver, todos, digan "cheve".
No es lo mismo los cuatro mosqueteros que diez años después
Como me imaginé que les ganaría la curiosidad de saber cuál es la frase que forman los nudillos del Mudo (ya los conozco, mis intrigados cuatro lectores), he aquí un acercamiento para que se aprendan este mantra.
More beer! parfavar
Como ya estaba inquieta la Chavela, pedí un cortadillo para echarle algo a la bodega (como llamaba al estómago el Piporro). Debo decir que estaba buenísimo el sazón del platillo, con lo cual el Salón Pezina cumple la máxima de que la comida de cantina es sabrosa.
Pa' dentro que están cenando
El platillo y sus tortillas fueron sagradamente consumidos, así como otras rondas de cerveza mientras la animada plática se desenvolvía de la manera más natural. Lo he dicho antes: existen personas con las que te llevas tan bien que pareciera que apenas dejaste de verlas ayer, aunque en realidad hayan pasado años. Tener camaradas de sangre ligera es una bendición.
Pasado el tiempo, su servidor tuvo que retirarse dejando al Guffo, al Mudo y a Eslem conversando de lo lindo. Tras un fuerte abrazo con los aludidos, me despedí de la tía Irma y su hermana Linda—quienes estaban atentas viendo el Telediario— y dejé el Salón Pezina, con una gran sonrisa en la boca por esa gratísima experiencia.
Espero que los planetas vuelvan a alinearse de nuevo para tener otro de estos reencuentros, que sin duda alegran el corazón como pocas cosas pueden hacerlo.
Postdata.-
Cuando aún estaba revisando la redacción de este artículo, llegó el libro que estaba esperando: Ruta del Olvido (2da edición), del cronista David Canales Martínez. Y, con gran satisfacción, pude comprobar que ya incluye a este entrañable lugar: el Salón Pezina.
¡Bien hecho, David Canales, por cumplir su palabra!
Hace ya varios años (fue en julio del 2010, para ser exactos), tuve la oportunidad de participar en un artículo que publicó la página De10.com.mx del periódico El Universal (antes de que se especializara únicamente en deportes), en el cual a varios entusiastas del vino se nos pidió dar nuestras recomendaciones sobre diez vinos mexicanos que nos gustaran y que pudiéramos clasificar como "vinos que los lectores no deben dejar de probar". ¿En qué deberían estar basadas nuestras recomendaciones? En nuestra experiencia probando muchos vinos a lo largo de los años.
Cuando el autor del artículo, Mario Enrique Sánchez, recopiló nuestras recomendaciones y estas fueron publicadas, el título que le puso me desconcertó, pues nos describía como "expertos" y "especialistas en esta bebida".
En mi caso, aproveché la sección de comentarios de ese artículo para aclarar que no me consideraba experto, sino más bien un entusiasta aficionado y promotor del vino mexicano. Personalmente, me sentí impulsado a hacer dicha aclaración porque, al oír hablar de expertos en vino, se me vienen a la mente nombres de enólogos y sommelieresque han dedicado su vida a adquirir diversos conocimientos y experiencias que, sin duda, permiten considerarlos de esa manera.
Ahora bien, al buscar en el diccionario la definición de la palabra “experto” encontré que así se describe a un “entendido en la actividad que le es propia”. Eso me hizo meditar en lo siguiente: si algunos de los que participamos en ese artículo no éramos (y algunos seguimos sin serlo) ni enólogos, ni winemakers, ni sommelieres, ¿cuál es la actividad que nos es propia respecto al vino?
La respuesta es sencilla: somos consumidores. Pero no solo de esos que toman vino porque sí, sino consumidores que nos gusta aprender, investigar, preguntar, saber lo que estamos bebiendo y comparar. En otras palabras, nos estamos volviendo expertos en el consumo del vino. Les aseguro que nuestro tiempo, dinero y esfuerzo nos ha costado.
Viéndolo desde ese punto de vista, el título del artículo no me pareció tan mal. Incluso ahora me doy cuenta de que conozco a muchos expertos consumidores de vino, y algunos hasta con especialización: en Oportos, en Barolos, en vinos catalanes, en vinos rosados, en rieslings y un larguísimo etcétera.
He tenido la fortuna de coincidir con varios de ellos, como aquel ameno grupo que formamos, llamado los Enófilos Regios Antipaleros (es una larga historia), así como con don Carlos Villarreal Martínez y su grupo de evaluadores de vino.
Algunos expertos consumidores con los que he coincidido: Iván Pérez Arteche, Salvador Costa, Cuauhtémoc Villasana, Luis Cantú, David Valencia; don Carlos Villarreal Martínez, don Enrique Abaroa y don José María Infante
“Quien no añade nada a sus conocimientos, los disminuye”, dice el Talmud. Así que debemos seguir catando y probando (con conocimiento de causa), pero sobre todo disfrutando muchos vinos diferentespara seguir incrementando nuestro conocimiento. El vino es para compartir, y nuestras experiencias con el vino, también. ¡Manos a la obra! ¡A formar más expertos consumidores!
Mis apreciados cuatro lectores, en esta ocasión voy a contestar una pregunta que me dejaron en un comentario, la cual decía: ¿Qué es lo más extraño con lo que has hecho maridaje? Bueno, pues voy a compartirles uno de los maridajes más sorprendentes que Elsa y yo hemos experimentado hasta la fecha.
Empecemos por el principio con esta reseña.
Western Cellars California Red Zinfandel 2022
Vino: Western Cellars California Red Zinfandel
Cosecha: 2022
Productor: Western Cellars California
País: Estados Unidos
Región: Lodi, California
Uvas: 100% zinfandel
% alcohol: 13.5
Precio: $299.00 pesos mexicanos (en HEB, de Gómez Morín)
Volumen: 750 ml
Calificación Precio/Calidad: **** (4 de 5)
Disfrutado el día: 25 de octubre de 2025
Como lo mencioné en la nota del vino The Prisoner Red Blend, la zinfandel es mi uva tinta favorita. Vinos elaborados al 100% con esta uva son difíciles de encontrar (al menos en Monterrey) por lo que cada vez que nos encontramos con alguno lo compramos.
Hace muchos años, conseguíamos un vino 100% zinfandel de la vinícola Kendall-Jackson (kj.com) que era buenísimo. Lamentablemente, ya no lo traen a Monterrey —snif—.
Key Jay, ¿a dónde te fuiste que ya no volviste?
Pero, ¿cómo le fue a este vino estadounidense de Western Cellars California?
Creo que no hay duda de qué país proviene este vino
Se trata de un vino de color rojo profundo, con más tendencia al tono rubí que al púrpura.
Vista de Western Cellars California Red Zinfandel 2022
La nariz nos muestra un vino frutal, con notas principalmente de frutilla roja y especias. Y, en la boca, se reafirman estos sabores frutales y especiados, que son cruciales para el interesante maridaje que les quiero compartir.
En boca, se trata de un vino seco (no es dulce), de cuerpo mediano, con taninos astringentes y buena acidez. Esto hace de los vinos zinfandel una buena elección para acompañar cortes de carne, como el T-bone que cenamos en esa ocasión.
El zinfandel siempre queda bien con un corte de carne
Hasta aquí, todo es normal respecto al maridaje. Bueno, pues el maridaje se vuelve especial cuando usamos este mismo vino zinfandel para acompañar el postre.
Así es, mis pacientes cuatro lectores: este vino seco (no dulce) acompaña sorprendentemente bien... ¡al pastel de zanahoria o carrot cake!
Maridaje sobresaliente
¿Se esperaban esta propuesta?
Por supuesto, tiene mucho que ver que el pastel de zanahoria esté correctamente preparado, pues las especias juegan un papel preponderante en que este maridaje funcione. En esta ocasión, Elsa fue quien horneó en casa este pastel, pues la mayoría de los pasteles comerciales que se consiguen son demasiado dulces y escasos de especias.
Ah, debo aclarar que la prueba es sin el merengue —o topping, frosting, cobertura— (que acostumbra ser de mantequilla), sino únicamente con el pan.
La verdad, aquel vino Kendall-Jackson que mencioné arriba —y que tanto añoramos— se sentía más especiado que este Western Cellars, pero aún así, éste cumplió bastante bien con su misión. El vinito y este delicioso pastel armonizaron muy bien.
Con base en lo que pudimos apreciar de este vino, le doy un 4 sobre 5 en mi Relación Precio-Calidad. Es un vino bastante bueno y no es tan caro.
¿Qué les pareció? Aunque este vino no podría estar en la etiqueta de vinos de postre publicado en este blog (dar clic para ver los reseñados), si quieren darle una oportunidad a esta armonía vino-alimento seguramente se asombrarán.
Mis siempre apreciados cuatro lectores, en esta ocasión quiero compartir con ustedes, a manera de "mis horas de vuelo", por así decirlo, un álbum fotográfico con algunos de los vinos que he probado hasta el momento. Digamos que son como mis horas de vuelo como consumidor de vino.
He acostumbrado documentar fotográficamente, cuando ha sido posible, la mayoría de los vinos que he probado —con cámara compacta, profesional o la de mi celular— aunque de muchos no tengo un registro.
Unos cuantos probados en una ocasión
De muchos de esos vinos que verán en las fotos aún conservo mis registros escritos de las notas de cata realizadas en ese momento. De hecho, empecé a registrarlos en esta pequeña libreta, decorada y forrada por un servidor, específicamente para este fin.
Mi primer registro de notas de cata
Claro que me acabé esa libreta, lo que me llevó a iniciar otra, y luego otra, para pasarme a una carpeta rellenable, hasta que ahora utilizo una libreta especializada.
La evolución de la documentación de mis notas de cata
Antes de cerrar el blog anterior, llevaba un registro de poco más de 800 vinos probados. Claro que cuando cerré aquel blog no dejé de probar vinos, así que fácilmente el millar fue superado hace tiempo.
Bueno, la idea es que puedan ustedes conocer los tipos de vinos con los cuales he armado la memoria sensorial —a través de los años y con mucha práctica— que uso para comparar los vinos que pruebo y reseño para ustedes, con mucho gusto, mis valiosos cuatro lectores.
Sin decir más, aquí abajo les pongo la liga para acceder al álbum fotográfico.
Otra manera de acceder a ese álbum será dando clic en esta imagen que verán, ya sea en el lado derecho de su navegador de la computadora, o en la parte de abajo del navegador de su celular.
Este álbum lo estaré actualizando cada vez que pruebe un vino nuevo. De hecho, ustedes notarán que el álbum contiene algunos vinos de los cuales aún no he escrito su reseña. Paciencia y saldrá en su momento, porque traigo muchos pendientes.