¿No les parece, mis queridos cuatro lectores, que a veces estamos tan abstraídos con nuestra vida, que podemos dejar de ver —es decir, realmente ver— cosas a nuestro alrededor? Podemos perder nuestra capacidad de asombro tan fácilmente que duele.
Recientemente, en el área de café de la oficina, encontré esta pequeña obra de arte, creada por la señora de la limpieza.
Pero en esa ocasión asignaron a otra persona para limpiar nuestra área de oficinas, y esta mujer quiso hacer lo ordinario... algo extraordinario.
Eso es tener amor a lo que haces.
Me recordó esa vieja fábula de los tres hombres que estaban picando piedra, y que aquí les comparto por si alguien no la conoce.
Crédito: página Balcon40.com
Hay una fábula que cuenta como un viajero llega a una ciudad donde se encuentra con un hombre que sudaba copiosamente mientras picaba una piedra. El viajero preguntó al hombre qué estaba haciendo, a lo que éste respondió bastante malhumorado: “¿Es que no lo ves? Estoy picando piedras, tengo mucho calor, mucha sed y me duele la espalda, así que mejor déjame en paz”. El viajero continuó caminando y un poco más adelante vio a otro hombre que también estaba picando piedras aunque con algo de mejor cara. Volvió a hacerle la misma pregunta y el segundo hombre respondió: “Estoy trabajando para ganarme la vida, levantando una pared de piedra. Es duro, pero me pagan lo suficiente para vivir sin estrecheces”.
El viajero siguió su camino y se encontró con un tercer hombre que golpeaba vigorosamente una gran piedra con su pico. Le hizo la misma pregunta que a los dos anteriores. El hombre detuvo su trabajo, sonrió y respondió: “Estoy construyendo una catedral”.
No cualquiera quiere dar un extra en estos días. Pero, cuando alguien lo hace es notorio, y en verdad se agradece.
Se nota cuando alguien ama lo que hace.
Hasta la próxima.
Se valora mucho ese tipo de acciones que poco ocurren últimamente, amigo
ResponderEliminar