Hace ya varios años (fue en julio del 2010, para ser exactos) tuve la oportunidad de participar en un artículo que publicó la página De10.com.mx del periódico El Universal (antes de que se especializara únicamente en deportes), en el cual a varios entusiastas del vino se nos pidió dar nuestras recomendaciones sobre diez vinos mexicanos que nos gustaran y que pudiéramos clasificar como "vinos que los lectores no deben dejar de probar". ¿En qué deberían estar basadas nuestras recomendaciones? En nuestra experiencia probando muchos vinos a lo largo de los años.
Cuando el autor del artículo, Mario Enrique Sánchez, recopiló nuestras recomendaciones y las publicó, el título con que este apareció me desconcertó, pues nos describía como "expertos" y "especialistas en esta bebida".
En mi caso, aproveché la sección de comentarios de ese artículo para aclarar que, al menos yo, no me consideraba experto en vino, sino más bien un entusiasta aficionado y promotor del vino mexicano. Personalmente, me sentí impulsado a hacer dicha aclaración porque, al oír hablar de expertos en vino, se me vienen a la mente nombres de enólogos y sommelieres que han dedicado su vida a adquirir diversos conocimientos y experiencias que, sin duda, permiten considerarlos de esa manera.
Ahora bien, al buscar en el diccionario la definición de la palabra “experto” encontré que así se describe a un “entendido en la actividad que le es propia”. Eso me hizo meditar en lo siguiente: si algunos de los que participamos en ese artículo no éramos (y algunos seguimos sin serlo) ni enólogos, ni winemakers, ni sommelieres, ¿cuál es la actividad que nos es propia respecto al vino?
La respuesta es sencilla: somos consumidores.
Pero no solo de esos que toman vino porque sí, sino consumidores que nos gusta aprender, investigar, preguntar, saber lo que estamos bebiendo y comparar. En otras palabras, nos estamos volviendo expertos en el consumo del vino. Les aseguro que nuestro tiempo, dinero y esfuerzo nos ha costado.
Viéndolo desde ese punto de vista, el título del artículo no me pareció tan mal. Incluso ahora me doy cuenta de que conozco a muchos expertos consumidores de vino, y algunos hasta con especialización: en Oportos, en Barolos, en vinos catalanes, en vinos rosados, en rieslings y un larguísimo etcétera.
He tenido la fortuna de coincidir con varios expertos consumidores de vinos, como aquel ameno grupo que formamos llamado los Enófilos Regios Antipaleros (es una larga historia), así como con don Carlos Villarreal Martínez y su grupo de evaluadores de vino.
“Quien no añade nada a sus conocimientos, los disminuye”, dice el Talmud. Así que debemos seguir catando y probando (con conocimiento de causa), pero sobre todo disfrutando muchos diferentes vinos para seguir incrementando nuestro conocimiento. El vino es para compartir; y nuestras experiencias con el vino, también. ¡Manos a la obra! ¡A formar más expertos consumidores!






