domingo, 9 de febrero de 2025

Oye, ¿es cierto que con ponerle de nuevo el corcho al vino va a durar mucho tiempo?

Qué tal, mis siempre apreciados cuatro lectores. ¿Se han hecho alguna vez la pregunta de la siguiente imagen?

Meme de Viñedos La Redonda

Como estoy convencido de que mis lectores son personas responsables, me imagino que, al igual que su servidor, también se han visto alguna vez en la penosa necesidad de guardar una botella de buen vino a medio tomar —porque las de mal vino pueden irse al drenaje sin la menor culpa, sinceramente—.

Bueno, pues la pregunta que traigo en esta ocasión y que me han hecho es:

Oye, ¿es cierto que con ponerle de nuevo el corcho al vino va a durar mucho tiempo?

Respuesta.-

Mucho tiempo, no. 

Imaginemos que nos quedó vino en una botella y queremos conservarlo para tomarlo después. Bueno, pues si simplemente le ponemos de nuevo el corcho que le quitamos —y la verdad es que no lo hundimos al ras— y lo metemos de pie en la parte menos fría del refrigerador (o frigorífico), quizás nos dure, a lo mucho, un par de días, aunque sus condiciones de aromas y sabores no serán en absoluto las mismas que cuando lo abrimos la primera vez.



Por supuesto, no es que el vino se vaya a echar a perder en dos días —obvi kenobi—, pero ya no les sabrá tan bien —al menos en mi experiencia—. Si ya pasó más de ese tiempo, revísenlo y determinen si puede usarse para alguna bebida (por ejemplo, clericot), para cocinar o se va sin tocar baranda al caño.

Y es que, obviamente, al momento de quitar el corcho la primera vez, el procedimiento mecánico que esto exige lo daña, con lo que se rompe completamente el sello que protegió al vino de uno de sus mayores enemigos: el oxígeno. ¿Y qué le hace el oxígeno al vino abierto? Lo oxida, lo que ocasiona que el vino pueda saber más áspero de lo que lo sentimos la primera vez, o incluso que sepa a vinagre —puaj—.

¿Existe alguna manera de conservar un vino ya abierto en buenas condiciones y por más tiempo? Afortunadamente, así es. Y es una solución sumamente efectiva y accesible.

Es mediante los tapones de vacío.

Hay de muchas marcas, pero, personalmente, prefiero los de la marca holandesa Vacu Vin.


Son muy fáciles de usar. Miren, aquí tenemos una botella —que sinceramente no valía mucho la pena guardar, pero sirvió de modelo—, la bomba de vacío y el tapón.


Se coloca el tapón en la botella, luego se le coloca encima la bomba de vacío, y se acciona jalándola hacia arriba y empujándola hacia abajo varias veces hasta que se oiga tres veces el sonido ¡clic! 


En ese momento, retiramos la bomba y ya quedó el vino bien protegido, listo para ser guardado de pie en el refrigerador, en la parte menos fría.


Hasta dos semanas me ha durado una botella guardada así —quizás dure más, pero su servicio siempre ha sido requerido antes—.

Para abrirla, simplemente se mueve hacia un lado el pequeño pivote que tiene arriba y se escuchará cómo escapa un sonido fssssss, permitiendo quitar el tapón con facilidad, al eliminarse el vacío.

Porque uno nunca sabe, más vale prevenir.

Antes no era tan fácil conseguirlos, pero ahora por Amazon los podemos pedir.

Así que, ya saben, mis apreciados lectores, qué hacer para no verse forzados a terminarse toda la botella.

Hasta la próxima.



4 comentarios:

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Ahora sí, adelante, Shakespeare.