Mis estimadísimos cuatro lectores, en esta ocasión no me puedo quedar callado ante algo que me parece una necedad, como si quisiéramos ponernos unos zapatos que es evidente que no nos quedan.
La necedad a que me refiero es a querer maridarlo todo con vino. Los maridajes forzados. Es simplemente absurdo siquiera intentarlo en muchas ocasiones.
Lo que detonó este artículo fue un evento del que me reenviaron la invitación que se publicó en las redes sociales del organizador, a quien por cierto no conozco, pero por lo que investigué supe que se dedica a vender vinos.
Con algunas omisiones por obvias razones, esta es esa propaganda.
Dentro de la promoción de este evento decía: "...vamos a hacer lo impensable: darle un upgrade a uno de los antojos más icónicos de Monterrey".
Sinceramente, creo que lo impensable sería más bien que dejen de intentar estas zonceras con tal de vender. Y luego, hacerle un "upgrade" a una tostada por acompañarla con vino, Diossssss. La tostada sigue siendo una tostada, ¿dónde está el upgrade?
Y peor si consideramos que para la foto usaron un vino tinto de La Rioja, que no quedaría en absoluto con una sencilla tostada de aguacate y pollo hervido.
No sólo yo pienso de esta manera. En una sabrosa conversación con el buen Temo Villasana (en otro tiempo autor del blog Catas Desnudas) llegamos a la conclusión de que hay comidas que quedan mejor con una cerveza, con un refresco o hasta con agua de jamaica o de limón.
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Con el buen Temo Villasaña en el CheveCraft |
Digo, siguiendo en la misma línea de pensamiento de don Carlos Villarreal —me pongo de pie un momento al mencionarlo y continúo mi redacción—, a ver: ¿quién es el que dice que ese maridaje es viable? ¡Pues el mismo que vende esos vinos! ¿Qué casualidad, verdad? Not.
No, la verdad, la cosa ya raya en el absurdo. La humilde tostada estilo la Siberia, un plato por demás sencillo, déjenla con su Coca cola o agüita de limón y ya. No se ocupa más. ¿Para qué gastar más dinero en un vino para acompañarla? Sin ser clasista, pero no vemos a un obrero que se esforzó para poner esa comida en la mesa de su familia, comprando uno de esos vinos que sin duda no bajan de $400 pesos mexicanos. Pero sí vemos a alguien engañando a los más pudientes haciéndoles creer que "están haciendo lo impensable".
Como dijo Mark Twain:
Hasta la próxima.
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Ahora sí, adelante, Shakespeare.